Cuentos: La verdadera caridad
Sucedió una vez que el Mulá Nasrudín estaba caminando en el campo, cuando se encontró con un hombre de aspecto muy andrajoso sentado debajo de un árbol al lado del camino.
“Mulá”, dijo el hombre saludando, “una pequeña caridad para un hombre pobre”.
Pero el propio mulá estaba crónicamente sin un centavo, y en ese momento no tenía nada en los bolsillos, como intentó explicarle al pobre.
“Por favor Mulá, ¡lo que sea! Tan solo una moneda”, imploró el hombre. “Mira, esto es todo lo que tengo”, y le mostró al Mulá un pequeño bulto de tela mugriento y andrajoso.
“¿No tienes nada más?”, preguntó el Mulá.
“Te lo juro, Mulá, estas son todas mis posesiones mundanas. Además de esto, no tengo nada”.
El Mulá de repente levantó un dedo huesudo y dijo: “hermano, está en mi poder darte algo invaluable”. Y sin advertir, arrebató el bulto al hombre y corrió por la calle. Después de medio segundo de congelarse por el asombro, el pobre se puso de pie y corrió persiguiendo al Mulá.
Doblando por una curva, el Mulá dejó caer el bulto en medio de la calle, y se escurrió fuera de la vista en los arbustos. Desde allí miró al pobre hombre aparecer y, al encontrar su bolsa, la apretó contra su pecho con gran alivio. “¡Gracias a Dios!” dijo. “Oh, gracias a Dios no he perdido esto…”.
Ahí está, se dijo el mulá, la verdadera caridad es hacer feliz a alguien.
Traducido por Yaqín, Rodrigo Esteban Anda