¿Cuánto vale?
Una vez un discípulo vino a ver a su Murshid, y el Murshid enseguida vio que, aunque trataba de ocultarlo, estaba apesadumbrado.
“¿Qué te ha puesto triste, hijo mío?”
“Maestro, es difícil decírtelo. Escuché a alguien decir algo malo de ti”.
El Murshid sonrió. “Quizás es verdad”.
“No, maestro, ¡no era verdad! Pero ¿por qué otros no pueden verte como yo?”
El Murshid pensó por un momento, y luego fue a un cajón y tomó una cajita de cuero. Abriéndola, le mostró al estudiante un anillo sencillo adornado con una piedra preciosa.
“Tómalo y ve a la tienda del joyero que está junto al mercado de carnicerías. Observa cuidadosamente al hombre y su tienda. Muéstrale este anillo y pregúntale cuanto daría por él. ¡Pero no lo vendas! Simplemente pídele que te de un precio y luego regresa”.
Poco después el discípulo regresó y le dijo: “Maestro, la tienda era pequeña, desordenada y no estaba limpia. El joyero era pesado y tosco. Me hizo sentir que estaba haciéndole perder el tiempo. Dijo que no daría más de cuatro piezas de plata por el anillo, pero incluyendo la caja”.
“Bien”, dijo el maestro. “Ahora sal nuevamente, esta vez ve donde el joyero que está ubicado al fondo del callejón de los orfebres y hazle la misma pregunta”.
Cuando el discípulo regresó, parecía confundido. “Maestro, no era realmente una tienda, era una habitación alfombrada en la propia casa del joyero. Estaba limpia y tranquila, y el joyero era también muy tranquilo y respetuoso. Primero me brindó te. Y cuando vio el anillo, lo examinó cuidadosamente y entonces, ¡me ofreció cien piezas de oro por él!”
“Si”, dijo el Maestro, “y es el mismo anillo, con la misma piedra preciosa. La diferencia está en el ojo que lo observa, ¿no es así?” y luego añadió, “El primer joyero vio lo que vio, y no podemos culparlo. Y el segundo joyero vio más. Ese es su puesto en la vida”.
Traducido por Inam Anda