Cuentos: ¿Por qué han venido?
Sucedió una vez que, en una noche tormentosa, un grupo de viajeros llegó ante el palacio de un gran Rey. Como el Rey era muy generoso y compasivo, él había dado órdenes de que tales visitantes fueran bien recibidos. Por ello, uno de sus sirvientes tomó al grupo en sus manos para satisfacer sus necesidades.
Era evidente que habían tenido un largo viaje: estaban cansados y manchados por el viaje, empapados y helados por la lluvia, con los pies adoloridos, delgados y harapientos. El sirviente del Rey les preguntó: “¿por qué han venido?”. A lo que cada uno respondió: “¡he venido a ver al Rey!”. “¡Muy bien!”, dijo el sirviente, “vengan conmigo”.
El sirviente instaló a cada uno de los viajeros en un cuarto, los suministró de agua tibia para bañarse, un buen atuendo y una cómoda cama. También envió a cada cuarto una bandeja con deliciosa comida y vino, llevada por una hermosa doncella.
Después el sirviente fue a hacer su reporte al Rey. “Soberana Majestad”, dijo, “los viajeros han llegado”.
“¿Cuál es su propósito?”, preguntó el Rey.
“Dicen que han venido a verlo, señor”.
“Ve a ver si es cierto”.
El sirviente regresó a las habitaciones donde había dejado a los viajeros, y miró en cada una. Algunos, exhaustos por el largo viaje, habían caído en sus cómodas camas y roncaban vigorosamente, alguno que otro aún en sus harapos de viajero. Otros vestían las finas prendas y devoraban entusiastas en compañía de la hermosa doncella, sin importarles la comida que manchaba sus mangas. Otros estaban ocupados con el vino. Uno, observando al sirviente, levantó su copa inestable y dijo: “¡Larga vida al Rey!”.
En una habitación, sin embargo, estaba un viajero que tenía una apariencia diferente. Se había lavado cuidadosamente y se había vestido con el atuendo; y ahora estaba sentado en silencio, con la bandeja de comida y vino sin tocarla. Cuando el sirviente golpeó la puerta, este viajero se levantó inmediatamente, observando esperanzado.
El sirviente volvió al Rey y le contó lo que había visto.
“Ese ha venido a verme”, dijo el Rey. “Tráemelo inmediatamente”.
Traducido por Prajnabai Mariana Betancur