Cuentos: ¿por qué gritan?
Una mañana temprano, mientras ascendía la luz en el este, cierto yogui y su discípulo fueron a las escaleras de baño del río para realizar sus abluciones y decir sus oraciones. Todo estaba en calma y paz, pero a medida que bajaban los peldaños hacia el agua, la tranquilidad se iba rompiendo por unos gritos violentos. Cerca de ellos, una familia había comenzado a discutir sobre algo. El yogui los miró por un rato y luego le dijo a su estudiante: “¿por qué gritan?”.
El estudiante observó a la familia y entonces dijo, “Guru-ji, es porque están en desacuerdo”.
El yogui sonrió con benevolencia y dijo de nuevo: “¿pero por qué gritan?”.
El estudiante examinó más cuidadosamente a la familia y entonces empezó a explicar a su gurú lo que había entendido como la causa de la discusión: “la razón por la que discuten parece ser esta, gurú-ji, que aquel piensa…”.
El gurú sacudió su cabeza, silenciándolo. “Ellos están de pie muy juntos. Pero en lugar de hablar tranquilamente ellos gritan tan fuerte que podrían escucharse al otro lado del río. ¿Cuál es la necesidad de gritar?”.
El estudiante lo consideró y luego sacudió su cabeza. “Dímelo, por favor, gurú-ji”.
“Es porque, aunque sus cuerpos estén muy juntos, sus corazones se encuentran muy alejados. Entonces gritan, pensando que esto salvará la distancia entre ellos. Los amantes no se gritan el uno al otro —ellos susurran, o comparten el silencio, porque sus corazones están tan cercanos que no necesitan palabras. Por eso, hijo mío”, concluyó, “si te encuentras gritando a alguien que está al frente tuyo, debes saber que has permitido a tu corazón tomar una gran distancia de esa persona, y deberías intentar corregir tu error”.
Traducción por Vadan Juan Camilo Betancur G.