Cuentos El Precio de la Muerte
Había una vez un príncipe mercader que llegó a una ciudad que no conocía y allí comenzó a comerciar. Al principio le fue muy bien, pero un día se produjo un desastre y lo perdió casi todo de una manera u otra. Cuando investigó detenidamente sus asuntos, descubrió que había sido traicionado por un empleado que, fingiendo una estrecha amistad, le había robado todos sus secretos y los había vendido a otros comerciantes.
Indignado, el príncipe comerciante acudió a un juez y le expuso el caso. El juez escuchó atentamente y dijo: “Si esto es cierto, el hombre ha faltado a su palabra y merece un castigo. Investigaré, por supuesto, pero si lo encuentro culpable, ¿qué pena pides?”.
“En mi tierra”, respondió amargamente el mercader, “si un hombre no puede mantener su palabra, no tiene honor y no puede vivir. Merece morir”.
El juez miró seriamente al mercader y le preguntó: “Entonces, ¿también estás dispuesto a morir?”.
El comerciante miró sorprendido al juez. “¿Yo? ¿Qué quiere decir?”
“No conozco la ley de su país”, dijo el juez, “pero nuestra ley es que la consecuencia de la muerte es la muerte. Ese es el orden natural del universo. Por lo tanto, si usted busca la muerte de este hombre, alguien de su lado también debe morir. Como no eres de esta tierra y no tienes familia aquí, debes ser tú mismo quien pague el precio de la muerte”.
Traducido al español por
Arifa Margarita Rosa Jáuregui