La Llama de la Fe
En la historia de Aladino, o al menos en una versión del cuento, ya que, como todas las historias favoritas, es contada de diferente forma por diferentes narradores, después de que Aladino encuentra a un guía que le asegura que puede llevarlo a la lámpara que le ganará el favor de la Princesa, emprenden un largo viaje. Al principio, su camino atraviesa tierras verdes y agradables, y Aladino se siente esperanzado y animado por su entorno. Sin embargo, poco a poco, el paisaje se convierte en un desierto inhóspito y su camino se vuelve más difícil. Aladino empieza a desanimarse y la duda debilita su determinación. Para darle fuerzas, su guía le recuerda el amor que siente por la Princesa, le dice que no hay otra forma de conquistarla y le anima a seguir adelante.
Es la fe la que nos pone en el camino, pero siempre debemos esperar que nuestra fe sea puesta a prueba. Si por casualidad sentimos que nuestra fe no ha sido puesta a prueba, entonces no hemos llegado lo suficientemente lejos en nuestro viaje, ya que el viajero en el camino espiritual debe unir la voluntad y superar la duda como parte de la purificación necesaria.
En esta máxima, el maestro budista Han Shan dijo que debemos avanzar con el corazón y la cabeza; cada uno contribuye en algo a nuestro logro de la meta. El corazón puede dar una fe inquebrantable, mientras que la cabeza ofrece comprensión. La fe sin comprensión no siempre será sabia, pero la comprensión sin fe es susceptible a la duda y al miedo. Entonces corremos el riesgo de sufrir el destino de Orfeo, que lo perdió todo cuando el premio estaba a su alcance. El decreto divino era que Orfeo podía rescatar a Eurídice del inframundo, pero solo si no mostraba dudas ni vacilaba. Cuando comenzó a guiarla hacia las tierras iluminadas por el sol, no debía mirar atrás para ver si ella lo seguía. En la leyenda, miró hacia atrás cuando llegaron a la frontera del inframundo, y entonces vio trágicamente cómo ella desaparecía de su vista para siempre.
Aquellos que viven con el corazón congelado son incapaces de saber cuántas dudas llevan consigo. Solo cuando el corazón se despierta y comienza a cumplir su función como el hogar de nuestro ser, podemos reconocer cómo las nubes que flotan en nuestra mente intentan eclipsar nuestra voluntad. En el cuento de Aladino, el guía podría haber presentado razones lógicas para seguir adelante, como «ya casi hemos llegado», pero en lugar de apelar a su mente, le recordó a Aladino su amor, y eso fue lo que le ayudó a seguir adelante. Es la mente la que duda, no el corazón, y cuando el corazón está centrado en su objetivo, entonces la mente puede cumplir su propósito como sierva voluntaria del ideal.
Por lo tanto, los buscadores hacen un altar del corazón y protegen la llama que arde en él. Si sienten dudas, las descartan, sabiendo que no pueden pertenecer a su ideal. De esta manera, la llama arde más intensamente y arroja aún más luz en el camino que tienen por delante. Cuando se vuelve inextinguible, entonces se hace realidad este dicho del Gayan Chalas:
El amor en su plenitud es un poder inexpresable que habla más fuerte que las palabras; no hay nada que el hombre sea demasiado débil para hacer cuando brota de su corazón.
Traducido por Inam Anda