El camino sin forma
En la charla publicada recientemente sobre la forma del culto Sufi, Hazrat Inayat Khan intenta preparar a la congregación para la ceremonia que está a punto de experimentar. Parecería que, para muchos de ellos, este sería su primer acercamiento al Culto Universal; y a juzgar por el cuidado que tiene Hazrat Inayat al abordar ciertas preocupaciones, se puede intuir que él sentía en sus mentes algo de duda o vacilación. Lo más probable es que no fueran fervientes estudiantes del sufismo, sino miembros del público general.
Cerca de un siglo después, no podemos saber cómo contestó la congregación; tal vez algunos encontraron inspiración en la ceremonia, y otros no. El trabajo de ofrecer la sabiduría y la belleza del mensaje al mundo es como la tarea a la que se enfrentan los padres cuando empiezan a alimentar a su hijo con comida sólida. Algunos niños aceptan felices lo que se les da; y otros se muestran muy desconfiados ante cualquier ligero cambio en la dieta, sin importar los beneficios que los exasperados padres saben que recibirían de ello. Pero la buena nutrición es necesaria para el crecimiento, tanto físico como espiritual. Como lo dice Hazrat Inayat: a pesar de las diferentes opiniones que tiene la gente alrededor del mundo, es un hecho innegable que la humanidad necesita la religión enormemente.
A pesar de la forma de la ceremonia del Culto Universal, que transmite gran sabiduría en cuanto a lo simbólico, el estudiante del camino Sufi tal vez se halle intrigado por esta afirmación de Hazrat Inayat: “Pero con todas sus formas, el ideal Sufi tiene también un ideal sin forma de adoración”. ¿Qué sería esto? ¿qué podemos entender como “el ideal sin forma de adoración”?
Tal vez podemos empezar haciéndonos una pregunta aún más fundamental: ¿qué es adorar? El origen de la palabra en inglés “worship” es “to recognise worth” (“reconocer el valor”), y así, adorar (to worship) es ofrecer reverencia y adoración a lo que valoramos, o en otras palabras, a nuestro más grande ideal. A lo largo de la historia, los sabios han entregado diferentes formas de adoración apropiadas para la gente y las culturas de ese tiempo, pero si llevamos el divino ideal no como un concepto sino como una realidad viviente, que es presente en nuestro interior, entonces, todo lo que haremos será adoración. Nuestras acciones, incluso las más mundanas, serán hechas en conmemoración de lo divino y serán adoración. Así ocurrirá con nuestra palabra, e incluso con nuestro pensamiento. El efecto de tal profunda devoción es realmente indescriptible. Al final, incluso nuestro aliento se convierte en devoción; después, ya no hay adorador, sólo queda el objeto de adoración.
Traducción Prajnabai Mariana Betancur