La peregrinación al corazón
En un poema recientemente publicado, Awhad al-Din Kirmani dice que en el sendero de Dios hay dos Ka’bas, la física y la del corazón. Él nos dice que la Ka’ba del corazón es mil veces más valiosa que la externa y que debemos peregrinar a ella tan a menudo como podamos. La Ka’ba de La Meca es, por supuesto, el punto de orientación físico de la oración musulmana. (En los países predominantemente musulmanes, es común encontrar una flecha en el techo de las habitaciones del hotel, indicando la dirección hacia la que se deben hacer las oraciones.) Es también un lugar al que los fieles están obligados a hacer una peregrinación al menos una vez en su vida, si lo pueden hacer. Decir que el corazón es aún más sagrado que ese esencial lugar religioso suena muy poético e inspirador – pero ¿cuál podría ser el significado de hacer una peregrinación allí?
Participar en una peregrinación es, en primer lugar, dejar la situación acostumbrada por el bien de algún ideal. De una manera muy pequeña, hacemos tal viaje cada vez que nos levantamos y cruzamos la habitación para saludar a alguien; estamos poniendo nuestro respeto por la otra persona por encima de nuestro cómodo apego a la butaca. Por lo tanto, llegar al corazón en el espíritu de un peregrino significa dejar atrás por un momento nuestros pensamientos y actitudes habituales. Las formas externas de peregrinación implican tradicionalmente la observación de ciertos rituales y reglas, con el objetivo de purificar a los peregrinos de su habitual equipaje interior. Por ejemplo, uno puede tener que usar ciertas prendas con un significado simbólico, como los peregrinos que van a la Meca con el sudario de entierro, o, como Moisés que viene descalzo a la zarza ardiente. En otras palabras, una peregrinación es muy distinta del turismo. Uno puede viajar para relajarse, o para el entretenimiento, o para recoger algunos selfies en la cima de la montaña, pero una peregrinación no es un feriado. Muy a menudo, es un trabajo duro; uno puede enfrentarse a la incomodidad, las diversas dificultades de los viajes, y quizás lo más difícil, la voz de la duda. La larga alegoría de Fariduddin Attar, La Conferencia de los Pájaros, cuenta la historia de un gran grupo de aves que emprendieron un viaje para encontrar el “Gran Pájaro”, pero a lo largo del camino muchos de ellos retroceden, derrotados por su propia falta de Fe, de resolución interior.
Aunque no lo comprendamos, muchos de nosotros aprendimos una imagen en nuestra infancia que ilustra la peregrinación al corazón. En la historia de la Bella Durmiente, la princesa está en un sueño profundo, y toda la corte duerme con ella; están condenados a dormir hasta que el príncipe viene a despertar a la princesa con un beso. Pero para alcanzarla, el príncipe debe luchar su camino a través de un bosque espeso de espinos que ha crecido alrededor del castillo. Esta es la imagen del corazón humano. La chispa de la presencia divina está allí, adentro, pero dormida, y rodeada por las innumerables espinas del sentimiento egoísta que parecen multiplicarse cada día. Para luchar en nuestro camino requiere un ejercicio concentrado de la voluntad, cortando nuestros pensamientos habituales de “mí” y “mío”, y requiere la devoción al ideal, representado por la belleza de la princesa.
Este es el verdadero significado de la oración; y el que ha aprendido el secreto de la oración tiene el privilegio de hacer la peregrinación al corazón con cada acto de devoción.
Traducido al español por Arifa Margarita Jáuregui
¡Qué hermosa explicación! Me transporto a mi niñez, los pies colgando en la silla, escuchando sorprendido cómo un beso de un príncipe despierta a la bellísima durmiente, y ahora me veo leyendo este escrito, sentado, con mis pies en el piso, y trato de conectar lo que entendió el niño y lo que entiende ahora este abuelo…pido entonces con insistencia que esta inspiradora peregrinación en el camino sufi siga ayudándome a despertar mi corazón. ¡Muchas gracias querido Nawab!