El espíritu del matrimonio
En una publicación reciente, Hazrat Inayat dio una idea de la parábola sobre las diez vírgenes, cinco de las cuales estaban preparadas con aceite en sus lámparas cuando llegó el novio, y cinco de las cuales no estaban preparadas. El símbolo del matrimonio a menudo se usa en el contexto del misticismo, ya que sugiere unión, satisfacción y felicidad.
La parábola habla de la venida del Mensajero, el que trae el llamado de lo Divino, las “buenas nuevas” a las que hace referencia la palabra “evangelio”, y aquellos que tienen aceite en sus lámparas recibirán al honrado huésped con luz. El aceite, nos dice Hazrat Inayat, es amor, y la luz es sabiduría, porque nos muestra claramente la vida. Si nuestros corazones están cerrados, sin amor, no puede haber luz, y tropezamos en la oscuridad. Por extensión, también podemos ver que cualquiera que diga seguir a un Profeta o Maestro pero que no tenga amor en su corazón vagará sin entendimiento.
Otro uso de la metáfora del matrimonio tiene que ver con nuestra partida de esta tierra. En el este, el momento en que un alma evolucionada abandona la tierra y regresa a la Fuente a menudo se llama “Urs”, una palabra que significa “boda”; la idea es que el alma va a unirse con el Amado Divino. Como esta partida es una consecuencia inevitable de que tengamos el disfrute temporal de un nombre y una forma, podríamos pensar en cómo cumpliremos el momento ineludible de unión o reunión. La parábola de las Diez Vírgenes nos brinda una guía útil: ¿tenemos aceite en nuestra lámpara? ¿Tenemos amor en nuestro corazón? El momento de la partida es, en cierto sentido, un momento de oscuridad, a medida que la luz del mundo, nuestra fuente habitual de iluminación se desvanece; si tenemos la luz de la sabiduría, ésta nos mostrará el camino. Y si no tenemos amor, entonces debemos soportar la oscuridad. Por lo tanto, para evitar la angustia de una “lámpara” fría y sin luz, decimos en la oración Khatum:
Abre nuestros corazones, para que podamos escuchar Tu Voz,
que constantemente viene desde nuestro interior.
Traducido por Prajnabai Betancur