¿Qué vas a recoger?
En el momento de escribir estas líneas estamos a punto de llegar al solsticio de diciembre, y poco después celebraremos el Año Nuevo: ambos momentos evocan con fuerza el ciclo siempre cambiante de la vida. Toda la naturaleza se mueve en ritmos y pulsaciones: la alternancia del día y la noche, la subida y bajada de las mareas, el giro de las estrellas, el ciclo de las estaciones y el nacimiento y la muerte de todas las criaturas, desde el poderoso roble longevo hasta el breve ser humano que se sienta bajo el árbol a meditar. De todos estos ciclos complejos y entrelazados, quizá el más importante para nosotros, y el más descuidado, sea el de nuestra propia respiración. En la actualidad, la gente nos pide que volvamos a la naturaleza, pero para ello no hace falta que nos adentremos en ella, sino que escuchemos el flujo y reflujo de nuestra respiración. En nuestra respiración, por ejemplo, podemos encontrar el lugar donde la limitación se encuentra con la perfección, donde la voluntad Divina permite libertad a la voluntad humana. El ciclo de nuestra inhalación y exhalación está ordenado por el Creador, pero cuando respiramos para cantar una canción, por ejemplo, reconocemos que la Providencia concede cierta libertad a nuestra voluntad personal.
Cuando estudiamos la respiración desde un punto de vista místico, vemos que todo comienza con la contracción. La primera respiración de todo bebé es una inhalación, un repliegue hacia el interior; nos metemos en nosotros mismos y concentramos lo que necesitamos: la luz y la vida del aliento, en preparación para la expansión de la exhalación. Y la expansión es el final de toda respiración, ya que toda persona exhala cuando la vida abandona el cuerpo.
Aunque rara vez pensemos en ello, el próximo Año Nuevo comenzará con una sola respiración, y si deseamos consagrar nuestra vida a algún ideal espiritual, podríamos preguntarnos, en ese momento ¿qué queremos atraer? ¿Qué queremos agrupar para el ciclo que iniciamos? Somos un punto en un mar infinito del ser: de toda esa inmensidad, ¿qué queremos atraer hacia nosotros? ¿Luz? ¿Poder? ¿Belleza? ¿Amor? ¿La vida? ¿O algo más? ¿Y qué deseamos difundir en la siguiente exhalación? Los lectores podrían mantener esta concentración en su respiración hasta que comience el Año Nuevo, recordándose a sí mismos lo que esperan recibir del Infinito en la inhalación y lo que esperan ofrecer en la exhalación.
Si dedicamos a esta concentración la suficiente atención, podremos entrar en el Año Nuevo descubriendo en nosotros mismos lo que Hazrat Inayat Khan describe en este aforismo de Vadan Alankaras:
Mis oídos cerrados al molesto ruido del mundo,
Apartados mis ojos de todo
lo que por el Camino me llamaba,
Mi corazón latiendo al ritmo
de mi siempre creciente aspiración,
Y mi ardiente alma guiándome en el sendero,
Me abrí camino a través del espacio.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.