Hazrat Inayat: La importancia de la continuidad
En la continuidad de la meditación reside el secreto de su beneficio. Los ejercicios que se dan a los murids, son para crear el hábito de practicar concentración, meditación. Pero sacar el máximo beneficio de estos ejercicios requiere la continuidad de ellos en nuestro diario vivir, en nuestro trabajo. Por ejemplo, continuar el fikar mientras caminamos, escuchar el zikar en el sonido de las campanas de una iglesia, repetir un wazifa con cada acción que hacemos. Haciendo contemplación en el momento en que nos retiramos a la cama, el momento en que nos despertamos en la noche, cuando nos despertamos en la mañana. Desde el momento en que recobramos nuestro sentido del mundo objetivo, luego de dormir, debemos comenzar a ser conscientes de nuestra meditación, para que la meditación no se vuelva solo una parte de nuestra vida diaria, sino un trabajo continuo. De esta forma rápidamente nos beneficiamos de ella y el resultado que podría lograrse en un lapso de diez años, se obtiene en un año.
No debemos dividir nuestras acciones cotidianas de nuestra meditación, porque sería un progreso muy lento para llegar a un resultado fructífero. Hay sufíes que, con cada bocado que comen, repiten su oración; cada paso que dan en su casa o fuera de ella, continúan con su fikar; con cada respiración durante el día y la noche su meditación continua. Los resultados que podemos lograr con esto no se pueden expresar con palabras. Nuestra vida diaria está llena de influencias que nos distraen de nuestra meditación. Desde nuestro propósito en el camino espiritual, todo lo correcto e incorrecto, todo lo bueno y lo malo, de una u otra forma nos distrae de nuestro verdadero destino. Y lo más importante en nuestra vida es mantenernos en el camino, que nada pueda sacarnos de él, que nada pueda desviarnos. Y eso solo podemos hacerlo con una cosa, y ella es un pensamiento meditativo continuo desde la mañana hasta la noche, en todo lo que hacemos.
Al hacerlo, en unos pocos años sucede que esa meditación se vuelve nuestra segunda naturaleza, y sin saberlo, continuamos haciéndola, y ese es el proceso correcto. Luego la meditación continúa como un rumbo natural; y así arranca el mecanismo mediante el cual esperamos que se cumpla el propósito de nuestra vida.
Traducido por Inam Rodrigo Anda