Acerca de nuestra época
Es propio de la naturaleza humana que nos encanta interpretar cada asunto de acuerdo con nuestra propia situación. Cualquiera que sea el tema lo aplicamos a nosotros mismos de una forma u otra. Si Hazrat Inayat Khan nos dice que hay tres caminos hacia el logro espiritual, el del maestro, el del santo y el del profeta, por naturaleza nos preguntamos cuál de los tres estamos pisando, aunque no podamos mostrar en lo más mínimo las cualidades de ninguno de ellos. Si leemos un texto de los siete niveles del cielo, hacemos una rápida estimación de a que nivel se nos permitirá entrar – suponiendo, por supuesto que no vamos en otra dirección. Y cuando leemos en la primera parte de la enseñanza de Hazrat Inayat Khan sobre la Ley de la Acción, que la ley dada por los profetas está relacionada con “las personas de ese período, de su particular evolución”, no sorprende que preguntemos, “¿Sí? Entonces, ¿cuál es la naturaleza de nuestra evolución ahora, y qué ‘ley’ se nos podría dar?”
La oración Salat habla del mensajero que viene “como paloma que desciende cuando el Dharma decae”. Dharma es una palabra que se usa de diversas maneras en Oriente. Un posible significado tiene que ver con los comportamientos que están de acuerdo con el orden que hace posible la vida, o “el buen vivir”, especialmente según lo dado por las enseñanzas religiosas. A través de la historia, mensajeros y maestros han venido a un grupo u otro y han brindado consejo en una forma que sea comprensible para esa comunidad. Pero, así como el tono de la campana más pura lentamente se disipa, así también el efecto de las enseñanzas, o el Dharma, lentamente decae, y la sociedad se vuelve cada vez menos sintonizada con el divino ideal.
Cada vez que el mensaje es entregado, viene como una respuesta a la necesidad del día, y por esa razón, para algunos puede parecer un mensaje diferente, pero en verdad hay simplemente una diferencia en el tono. Esta es la cuestión en la historia recientemente publicada acerca del nacimiento de Jesús y el reconocimiento de Satanás de que los métodos de los demonios deberían cambiar como consecuencia. La meta y el enemigo siguen siendo los mismos.
Sin duda, Hazrat Inayat Khan enfrentó muchos obstáculos en su esfuerzo por difundir el mensaje, tales como diferencias culturales, por ejemplo, pero aquel que él mencionó repetidamente fue el creciente materialismo del mundo. Con esto se refería no solamente a una obsesión con la riqueza material, sino también a la falta de consciencia resultante y ampliamente difundida sobre el aspecto más sutil de la vida o el espíritu. Para muchos, hoy, todo debe explicarse en términos materiales, como, por ejemplo, para los científicos que se desconciertan sobre cómo la consciencia puede surgir de la complicada gelatina que llevamos entre nuestras orejas. Desde el punto de vista místico, el cerebro ayuda a enfocar de cierta manera la consciencia, pero la consciencia existía mucho antes de que se formara el cerebro, y de hecho, es eterna.
Entonces, si la enfermedad de nuestro tiempo es el materialismo, ¿cuál pude ser el remedio? Estamos perdidos en la oscuridad del laberinto y necesitamos redescubrir la puerta de entrada al mundo de la luz; esa puerta es por supuesto el corazón. Cuando el corazón comienza a abrirse, nuestra comprensión de la vida cambia completamente, tal como cualquier amante te lo dirá. Y ¿qué es lo que ese amor despierta? La percepción de belleza. Y en homenaje a la belleza, procuramos la armonía. Por lo tanto, se nos ha dado el mensaje de amor, armonía y belleza, y en verdad es bendecida aquella persona que puede hacerlo realidad en su vida.
Traducido por Inam Rodrigo Anda
Qué bellezaaaa!! Gracias Murshid Nawab