Acerca del reposo
Cuando Hazrat Inayat Khan llegó a Nueva York, la ciudad le causó una profunda impresión. Los atestados edificios y sus estructuras que crecían cada vez más, el agitado ulular de los barcos en el puerto, el ruido constante de los caballos y el tráfico de los vehículos, la gente corriendo aquí y allá, el estruendoso subway, y el traqueteo de los trenes sobre las vías elevadas, todo esto le dio una idea de actividad sin control. Y para su sorpresa, cuando la gente tenía un momento obligado de quietud ─sentados en el subway, por ejemplo─tomaban de inmediato un periódico y comenzaban a leer. En su opinión, no entendían el significado y mucho menos el beneficio del reposo.
Generalmente hablando, nuestra cultura no ha mejorado al respecto. Tendemos a pensar que el ‘reposo’ es una actividad, y lo hemos organizado a gran escala. Las industrias de ocio emplean miles de personas, proveyéndolo a miles de energéticos ‘consumidores’. Incluso es posible obtener un título de doctorado en varias universidades para estudiar ocio. Bajo este punto de vista, el reposo es algo medible, cuantificable ─y a tu libre disposición si lo puedes pagar.
Para entender mejor lo que un Sufi quiere decir por reposo podríamos mirar la música, que depende de un ritmo regular de algún tipo para ejecutar el patrón de tonos. La signatura de tiempo puede ser un estándar occidental, como “cuatro por cuatro”, el ampliamente utilizado de dieciséis pulsos, ‘tintal ‘ del norte de la India, o algún otro tipo de arreglo más o menos complicado; pero una vez establecido, el ritmo debe permanecer constante. Cambiar el ritmo en medio de una pieza musical sólo dará lugar a confusión. En pocas palabras, la sucesión de pulsos acentuados y no acentuados, o pulsos ” fuertes ” y “débiles”, debería ser regular y no errática. Esto está claramente relacionado con la idea de equilibrio físico; aunque por lo general tenemos un lado del cuerpo que es dominante, los dos lados deben ser capaces de trabajar juntos en armonía, o de lo contrario se presenta una pérdida de gracia y belleza.
El contraste entre fuertes y débiles, o entre activos e inactivos, es fundamental para toda nuestra experiencia. Claude Debussy dijo que, ‘la música es el espacio entre las notas’, y es el claro-oscuro, o el tratamiento de luz y sombra lo que permite a un artista retratar tres dimensiones sobre una superficie de dos dimensiones. De esto podemos entender que nuestra vida no debe ser intensa actividad ilimitada, ni una ausencia completa de la misma; debe haber una alternación regular, apropiada. Hacer ‘nada’, sin embargo, es un reto difícil para muchas personas. Tenemos un prolongado hábito de actividad y de sensaciones, por lo que la relajación de la mente y del cuerpo estando en quietud, y el olvido de la charla de los sentidos, no parece natural, sino incluso aterrador.
Sin embargo, la inactividad revela algo que la actividad no puede revelar. Podemos comprobar esto enseñando a los niños pequeños a sentarse en silencio durante unos momentos. Si esto se enseña apropiadamente, disfrutarán al permanecer sentados cerrando sus ojos, y ‘pensando en nada’ durante un minuto o dos. Si se hace con regularidad, pueden incorporarlo en su ritmo diario y les ayudará a lo largo de la vida, tanto en su reconocimiento de que en realidad es posible cambiar el ritmo, como en su aprecio por la quietud.
Sentarse en silencio y permitirlo dentro de nosotros es muy similar a cuando nos sentamos en silencio en la naturaleza. Si caminamos de prisa a través de un bosque, podemos tener una impresión general de los árboles y arbustos, y tal vez una breve vistazo de un pájaro o dos, pero no mucho más será evidente. Si nos sentamos y esperamos, se hará evidente cada vez más la vida en torno nuestro; con el tiempo suficiente, incluso el lento ritmo de las estaciones y la larga vida de un árbol comenzará a emerger. De la misma manera, si simplemente nos sentamos y permitimos con paciencia que disminuyan nuestros pensamientos y sentimientos y acciones, empezaremos a descubrir una vida interior de la cual éramos mayormente inconscientes. En el bosque, el descubrimiento depende de velarnos a nosotros mismos, y esa misma actitud es la esencia del descubrimiento interior. Con el tiempo, nuestra quietud se convierte en un vacío luminoso y todas las fronteras desaparecen: somos uno, fuimos, y siempre lo seremos.
¿Es esto lo que se entiende por ‘meditación’? Tal vez – pero en interés del silencio, lo mejor sería dejarlo totalmente sin nombre.