Sobre la planta de los deseos
En la conclusión de la reciente publicación de la serie “El Arte de la Personalidad”, sobre el tema de vanidad, Hazrat Inayat hace referencia a “la planta de los deseos”. Él ha estado describiendo el poder de la vanidad como una planta que crece en el jardín – una planta mágica que regresa en una forma más fina cada vez que la cortamos. Tal vez comience como un arbusto espinoso, pero luego puede crecer como un árbol dando frutos, y si la cortamos, podríamos ser recompensados con el dulce perfume de rosas. Si seguimos suficientemente en el proceso, podemos llegar finalmente a la “planta de los deseos”. ¿Pero qué es esto?
Hazrat Inayat se está refiriendo a una historia tradicional que contaba a veces (y que se presenta en este audio cuento), que dice que existe en algún lugar un árbol de deseos, o un árbol que concede deseos. Cuando finalmente lo encontramos, con solo pensar en mangos, el árbol se llenará de mangos, y así sucesivamente. Con respecto al tema de la planta de la vanidad, significa que cuando la planta se ha refinado lo suficiente, será capaz de satisfacer todos los deseos. Pero, podríamos preguntarnos, ¿los deseos de quién? ¿los propios? ¿O podrían ser los deseos de aquellos a nuestro alrededor?
En la medida que la planta de la vanidad se renueva, la naturaleza de nuestros propios deseos y la claridad de nuestra conciencia también cambiara y evolucionara, y llegara un momento en la vida en el que nos demos cuenta de que no estamos separados de los demás: que no podemos ser felices si ellos son infelices. Entonces nuestra felicidad será ver su felicidad, y en la medida en que seamos capaces, el concederles sus deseos – no indiscriminadamente, por supuesto, porque no todos los deseos llevan a la felicidad.
Ese es el nivel más alto de vanidad, en el cual nuestra vanidad se ha disuelto en el deseo Divino, y esto puede hacernos pensar en este hermoso par de versos del Vadan, Ragas:
Permite que Tu deseo se vuelva mi anhelo,
permite que Tu voluntad se vuelva mi acción,
permite que Tu palabra se vuelva mi habla, Bien Amado,
y que Tu amor se vuelva mi credo.
Permite que mi planta produzca Tus flores,
permite que mis frutos produzcan Tu semilla,
permite que mi corazón se vuelva Tu laúd, Bien Amado,
y mi cuerpo Tu flauta de caña.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel