Todavía no está disponible una grabación de audio de esta traducción.
¿Cómo volverse perfecto? Inner Call Podcast #127
Hace poco, un grupo de amigos tuvo una conversación sobre la perfección, y varios recordaban que cuando eran niños, en la iglesia les enseñaron el consejo de Jesús: Sean perfectos como su Padre en el cielo es perfecto. Era un consejo que ellos, de alguna manera, no pudieron conectar consigo mismos o con sus vidas, y aun así, Hazrat Inayat Khan repite esta sabiduría varias veces. Así que, si fuéramos buenos estudiantes, podríamos preguntarnos a nosotros mismos, ¿qué es perfección y cómo se supone que lleguemos a ser perfectos?
Cuando los bebés comienzan a caminar, no piensan en perfección – simplemente responden a un impulso silencioso que los levanta del piso y los envía, tambaleándose y cacareando con deleite, a través de la habitación, hacia los brazos de su madre o padre que los esperan. El bebé no se preocupa de lo bien que camina. Sin embargo, a medida que los años pasan, los sucesivos logros caen más y más bajo la sombra de la expectativas. ¿Por qué nuestro equipo no ganó más partidos? por ejemplo, o ¿por qué no me invitaron a la fiesta? ¿Por qué no lo hice mejor? Tal como lo dijo una persona en la conversación, sacar 99 por ciento en un examen inevitablemente planteaba la embarazosa pregunta, ¿A dónde fue a parar el otro uno por ciento? En otras palabras, descubrimos que existen tanto la victoria como algo llamado fracaso, y sin importar lo bien que lo hagamos, la vida tiene una forma de poner nuestros fracasos delante de nuestra nariz, para recordarnos nuestra naturaleza imperfecta.
Tratamos de hacer frente a esto enfocándonos en el lado luminoso e ignorando los defectos, “tapando con papel las grietas del enlucido”, como dice la expresión, pero hacerlo nunca tiene éxito. Al contrario, nos deja con un malestar crónico porque tenemos un anhelo inherente por la perfección, lo que significa que, si no podemos encontrarla, no podemos contentarnos. Y tanto si nos lo planteamos así o no, nuestro viaje en el camino espiritual no es nada más que una búsqueda de la perfección.
Al comienzo, buscamos nuestra meta en las experiencias externas – conociendo personas especiales, o visitando lugares especiales, o logrando algo destacable. Sin embargo, lo que ocurre fuera de nosotros no puede satisfacer nuestro apetito interior. Esto es lo que dice Hazrat Inayat Khan en este verso del Gayan Ragas:
Busqué, pero no Te pude encontrar;
Te llamé en voz alta, parado en el minarete;
toqué la campana del templo
con la salida y la puesta del sol;
me bañé en vano en el Ganges;
regresé desilusionado de la Kaaba;
Te busqué sobre la tierra;
Te busqué en el cielo,
mi Amado,
y finalmente Te encontré
escondido como una perla en la concha de mi corazón.
Entonces, la perfección debe encontrarse en el interior, pero siendo conscientes, como somos, de nuestras limitaciones, esto parece imposible. ¿Cómo podríamos avanzar?
Al final de la oración Saum, le pedimos a Dios “atráenos más cerca de Ti en cada momento de nuestra vida, hasta que sea reflejada en nosotros, Tu Gracias, Tu Gloria, Tu Sabiduría, Tu Dicha y Tu Paz”.
Una palabra clave aquí es “reflejada”. Esto significa que nuestra “perfección” no tiene por qué ser nuestra – no necesitamos inventar una receta para la Dicha Divina o la Sabiduría Divina, porque ellas están ahí, esperando. Solo tenemos que reflejarlas, como un espejo. Y, como sabemos, el corazón está hecho para reflejar; si enfocamos nuestro corazón en nuestro propio ego, habrá una imagen sucia y decepcionante en el espejo, pero si nos olvidamos de nosotros mismos – la limpieza del moho del espejo, como lo llama Hazrat Inayat – y lo volvemos hacia el Ideal Divino, entonces nuestro propio corazón nos mostrará la perfección que hemos estado buscando toda la vida.
Traducido por Inam Anda