Más allá del día de campo
La mayoría de las personas disfrutan del contacto con la naturaleza – el significado que se usa aquí es, quizás, la Vida que no haya sido obviamente modificada por la humanidad. Una caminata por el bosque, un paseo en bicicleta por la montaña, o remar un kayak en una bahía tranquila, todo esto nos regala algo. Regresamos a casa refrescados, en una condición más pacífica.
Hablando en términos generales, hay dos enfoques para este contacto, con una infinidad de variaciones entre estos. En un extremo del espectro, está el día de campo; en el otro extremo, está el derviche. El día de campo es una salida placentera, para el que salimos equipados, llevamos comida, bebidas, juegos para los niños, música, una manta para sentarnos – todo. Creamos nuestro hogar, pero con césped, hojas, canto de aves y hormigas. La forma del derviche, aunque es siempre arriesgado tratar de generalizar algo sobre los derviches, es lo opuesto; este buscador camina lejos de “casa” con muy poco – tal vez un bastón, una capa, un tazón, pero a veces ni siquiera eso. Lo más importante, el derviche no tiene expectativas, tampoco un plan en particular sobre cuándo o incluso si siquiera regresará, mientras que el que va a un día de campo generalmente sigue algún tipo de horario – regresar a casa a tiempo para las clases de fútbol de los niños, o antes de que el tráfico esté demasiado pesado, o antes de que oscurezca, y así sucesivamente.
Estos dos extremos también son imágenes de la forma en que enfocamos nuestras prácticas y oraciones. En un extremo de la escala, está la persona que trae todo preparado, repitiendo la vida cotidiana pero ahora en el contexto de la sala de meditación o la capilla de oración. Es el menú usual de “mis” pensamientos, “mi” actitud, “mis” intereses, tal como para el día de campo llevamos “mis” sánduches, “mi” ensalada de papas, “mi” cerveza, pero en ambos casos todo se eleva hasta cierto punto por el entorno. Tal excursionista espiritual ciertamente obtendrá algo de la experiencia, algunos momentos de paz e inspiración, pero será momentáneo; un día o dos después, el efecto se desvanecerá y desaparecerá. La forma del derviche, por otro lado, es olvidar, lo más posible, todo lo que es “mío”, con la esperanza de experimentar la Verdad directamente, sin velos de contexto o puntos de vista que intervengan, y sin el deseo de regresar a lo “normal” del día a día.
Si estamos en este camino espiritual es probable que tengamos un anhelo dentro de nosotros de ir más allá del estado de día de campo espiritual, pero para lograrlo debemos hacer un esfuerzo. Nuestros hábitos – nuestras visitas a la naturaleza divina – deberían ser regulares, y más importante todavía, deberíamos ir con las manos vacías. Debemos rendirnos completamente, y aceptar lo que sea que se nos ofrezca. La Divinidad es infinita; cuando llegamos con nuestra propia agenda, con expectativas de lo que deberíamos experimentar, lo único que intentamos es limitar aquello que está más allá de cualquier limitación.
Traducido por Darafshan Daniela Anda