Buddha’s Last Words (Spanish version)

Las últimas palabras de Buda

Siguiendo la entrega con las reflexiones de Hazrat Inayat Khan sobre el Buda, he aquí un relato de las últimas palabras del Buda a sus discípulos en su momento de dejar este mundo. En su octogésimo año y sabiendo que su fin se acercaba, el Buda se acostó entre dos árboles sala* y dijo las siguientes palabras a sus discípulos reunidos.

* La madre de Buda también lo dio a luz bajo un árbol, que según algunas tradiciones era un árbol sala. Los árboles entre los que el Buda dio su charla final estaban en flor, aunque no era la estación para ellos.

Haz de ti mismo una luz. Confía en ti mismo.

En sus últimas palabras a sus discípulos bajo el árbol sala, el Buda pronunció estas palabras: ¡Hagan que mi enseñanza sea su luz! Confíen en ello; No dependan de ninguna otra enseñanza. Hagan de ustedes mismos una luz. Confíen en ustedes mismos; No dependan de nadie más.

Consideren su cuerpo, piensen en su impureza; ¿Cómo pueden satisfacer sus antojos mientras ven que tanto su dolor como su deleite son las mismas causas de sufrimiento? Consideren su alma, piensen en su transitoriedad; ¿Cómo pueden caer en el engaño con esto y apreciar el orgullo y el egoísmo, sabiendo que todo ello debe terminar en un sufrimiento inevitable? Consideren todas las sustancias; ¿Pueden encontrar entre ellas un “yo” perdurable? ¿No son todas ellas agregados que tarde o temprano se desintegrarán y se dispersarán? No se dejen confundir por la universalidad del sufrimiento, sino más bien sigan mi enseñanza y se librarán del dolor. Hagan esto y serán mis discípulos.

Mis discípulos. Las enseñanzas que les he dado nunca deben ser olvidadas ni abandonadas. ¡Deben ser atesoradas, deben ser pensadas, deben ser practicadas! Si siguen estas enseñanzas, siempre serán felices.

El centro de las enseñanzas es controlar nuestra propia mente. Restrinjan su mente de la codicia y así mantendrán su cuerpo correcto, su mente pura, sus palabras fieles. Siempre pensando en la transitoriedad de su vida, podrán desistir de la avaricia y la ira y serán capaces de mantenerse alejados de todo mal.

Si encuentran su mente enredada en codicia y tentación, deben suprimir la avaricia y controlar la mente enredada. Sean los amos de su propia mente. La mente de un hombre puede hacer de él un Buda, o puede hacer de él una bestia. Al ser engañado por el error se convierte en un demonio, al ser iluminado se convierte en Buda. Por lo tanto, mantengan su mente bajo control y no dejen que se desvíe del Noble Camino.

Bajo mi enseñanza, los hermanos deben respetarse unos a otros y abstenerse de disputas. No se repelan como el agua y el aceite, sino mézclense como la leche y el agua. Estudien juntos, aprendan juntos, practiquen la enseñanza juntos. No desperdicien su mente y su tiempo en la ociosidad y las disputas. Disfruten las flores de la iluminación en su estación y cosechen el fruto de la benevolencia.

Las enseñanzas que les he dado las he obtenido siguiendo el camino yo mismo. Ustedes deben seguir la enseñanza y adaptarse a su espíritu en cada ocasión. Si las descuidan significa que nunca me conocieron en realidad. Significa que están lejos de mí aunque estén ahora conmigo, pero si aceptan y practican mis enseñanzas, entonces estarán muy cerca de mí, aunque estén lejos.

Mis discípulos. El fin se acerca, nuestra separación está cerca, pero no se lamenten. La vida siempre cambia, nadie escapa a la disolución del cuerpo. Ahora he de manifestar el Dharma con mi propia muerte, el cuerpo desarmándose como un carruaje deteriorado. No se lamenten en vano, sino que más bien pregúntense acerca de la regla de la transitoriedad y aprendan de ella el vacío de la vida humana. No aprecien el indigno deseo de que lo cambiante pueda llegar a ser inmutable. El demonio del deseo mundano está siempre buscando cambios para engañar a la mente. Si una víbora vive en su habitación y desean tener un sueño tranquilo, deben perseguirla. Deben romper los lazos de las pasiones mundanas y deshacerse de ellas como si fueran una víbora.

El verdadero Buda no es un cuerpo humano: es la Iluminación.

Mis discípulos. El momento final ha llegado, pero no olviden que la muerte no es sino el desvanecimiento de un cuerpo. El cuerpo nació de los padres y fue alimentado por la comida, por lo que la enfermedad y la muerte son inevitables. Pero el verdadero Buda no es un cuerpo humano: es la Iluminación. Un cuerpo humano debe desaparecer, pero la sabiduría de la Iluminación existirá para siempre en las verdades del Dharma, y en la práctica del Dharma. El que ve mi cuerpo solamente, no es el que realmente me ve. El que acepta mis enseñanzas, es el que verdaderamente me ve. Después de mi muerte, la Verdad será su maestra. Sigan la Verdad y serán fieles a mí.

Durante los últimos cuarenta y cinco años de mi vida no me he guardado ninguna de mis enseñanzas. No hay enseñanza secreta, ningún significado oculto, todo se ha enseñado abierta y claramente.

Mis queridos discípulos, esto es el fin. En un momento estaré pasando al Nirvana.

 Traducido por Juan Amin Betancur

 

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