Pelea, oh Arjuna
Una vez, Hazrat Inayat Khan fue consultado durante una cena por una señora, que evidentemente había disfrutados de algunas buenas comidas en su vida, si era espiritual ayunar. Con una sonrisa tranquila, el Maestro le dijo que era tan espiritual ayunar como lo era disfrutar de una buena cena, y esta respuesta parece que la complació mucho.
Por supuesto, podríamos pensar que Hazrat Inayat mostró tacto y consideración cuando escogió sus palabras, pero no estaba siendo simplemente moderado con los sentimientos de la señora. En sufismo, no hay un principio fijo que defina algo como bueno o malo; ambos, ayuno y disfrute, tienen su lugar en la vida. Como explica Hazrat Inayat en esta publicación, mientras el Mensaje Sufi, al igual que el Mensaje en todas las épocas, nos urge a buscar la felicidad de toda la humanidad de cualquier forma que podamos, es verdad también que lo que puede estar bien en un momento, en otro, puede estar mal. Si esperamos que un sufi siga las convenciones, a menudo nos sorprenderemos. Consideren el cuento acerca de Baba Farid y el derviche que para pedir el viejo peine del Shaikh, se lo llevó a su cabeza. Cumpliendo el principio de generosidad, Baba Farid ya le había dado algo al derviche, pero cuando quiso más, comenzó a insistir, e intentó intercambiar “bendiciones” por lo que él quería, la respuesta del Shaikh no fue conciliadora, sino categórica y displicente.
Tratamos de codificar la vida, de decir que algunas acciones, palabras y creencias son aceptables y otras van en contra de la Ley, pero desde el comienzo de los tiempos, lo sabios nos han dicho que la realidad divina está más allá de nombres y formas, que el mundo creado no es más que una sombra del Espíritu Divino. No podemos seguir la luz si solo estamos mirando la sombra, y por lo tanto la guía de la luz puede parecer que a veces contradice lo que las sombras nos dicen que es bueno. Ese es el significado del famoso pasaje del Bhagavad Gita: Arjuna, mirando, con el corazón entristecido, el campo de batalla, donde los miembros de la misma y extensa familia, pero ahora dividida, se verán obligados a derramar la sangre de sus familiares, piensa en abandonar la lucha. Sin embargo, su cuadriguero* Krishna, el Espíritu de Guía encarnado, le dice que no puede escapar de su destino; el alma está por encima de todo, sin mancha por ninguna acción, pero dentro de la turbulencia del mundo manifestado en ese momento el deber de Arjuna es pelear.
Hoy el mundo está en grandes problemas, y aquellos en el camino espiritual deben hacer todo lo posible para ayudar – pero para entender lo que están llamados a hacer, no pueden seguir un guion dogmático, sino que deben consultar la luz en sus propios corazones. Como nos dicen los versos del Eclesiastés, hay un tiempo para recoger piedras y un tiempo para esparcirlas. La sabiduría está en preguntar a la luz qué se necesita en este momento.
*Conductor de una cuadriga (carro tirado por cuatro caballos de frente y especialmente el usado en la Antigüedad en las batallas).
Traducido por Inam Anda