Vislumbres: Una visita a una señora afligida.
Lo siguiente fue tomado de la revista “Sufi” de julio de 1918. El título del artículo se refiere a una señora en aflicción, y si bien no se especifica la naturaleza de su sufrimiento, de su intercambio parece que es espiritual. Las respuestas de Hazrat Inayat Khan son sencillas pero profundas, y – dado que estas preguntas surgen permanentemente – podrían ayudarnos con nuestras propias dudas y en respuesta a las dudas de otros. En su comentario final, Hazrat Inayat habla de las personas dormidas ‘dándose vueltas en la cama’, con lo cual a lo mejor quiere significar ‘dejando de dormir’; él habla también de la manera ‘mística’, como una forma de decir un camino ‘escondido’, uno que no es revelado abiertamente.
La visita de Inayat Khan a una señora afligida
La señora: Amo a todas las personas, los animales, los pájaros, los insectos y las cosas bellas del mundo, pero no amo a Dios.
Inayat Khan: No te culpo por no amar a Dios, porque uno no puede amar a quien no conoce, y veo claramente que tienes amor, pues amas todo lo que es bello, y si no conoces a Dios, no se te puede culpar por no amarlo. Por otra parte, son reprochables quienes pretenden amar a Dios cuando aún no lo han conocido suficientemente, porque es imposible amar bien a alguien que no se conoce.
La señora: Pero ¿por qué se debería amar a Dios, cuando se observa tanto mal en el mundo, y tanta injusticia por doquier? Si Dios es bueno ¿por qué ha creado tanto mal? Si Él es justo ¿por qué vemos tanta injusticia en la vida?
Inayat Khan: Todas las cosas que parecen buenas y malas son los extremos opuestos de una línea, y es difícil decir donde termina lo malo y comienza lo bueno, porque estos son términos comparativos; un bien mucho menor frente a un bien mucho mayor parecería malo, y el menor mal en comparación con el mayor mal, aparecería como bueno. Si no hubiera el mal, el bien no habría sido apreciado. Sin injusticia, la justicia no habría sido apreciada. Por lo tanto, toda la alegría de la vida se expresa en dualidad.
La señora: Hay más sufrimiento que alegría en la vida, y si Dios es misericordioso, ¿por qué permite que Sus creaturas pasen por el sufrimiento en la vida? ¿Nos creó sólo para sufrir?
Inayat Khan: Si Dios fuera un ser separado del hombre, y si Él se regocijara en el sufrimiento del hombre, entonces debería ser culpado, pero Él, como el sufí lo entiende, es el que sufre, y es el sufrimiento, y a pesar de todo está más allá de todo sufrimiento. Este hecho puede ser entendido no sólo creyendo en Dios, sino conociéndole. Supongamos que tus manos sueltan algo pesado sobre tus pies y los lastiman, ¿tus manos pueden ser culpadas? No, porque comparten el dolor con los pies, y aunque los pies parecen haber sido heridos, sin embargo, el que se siente herido es tu ser absoluto, en realidad ese ‘Ser’ se siente herido, y por lo tanto la mano comparte el dolor con el pie. Así es con Dios, nuestra vida misma es Suya, y Él no está libre de sentir tanto la dicha como el dolor que nosotros sentimos. En realidad, Él siente lo que imaginamos que sentimos, y al mismo tiempo su Perfecto Ser lo mantiene sobre todas las alegrías y dolores terrenales, y nuestra imperfección nos limita, de manera que quedamos sujetos a todas las dichas y dolores, por más pequeños que sean.
La señora: ¿Por qué somos imperfectos? ¿Por qué las creaturas del Ser Perfecto deberían ser imperfectas?
Inayat Khan: La vida es un viaje de un polo a otro, y la perfección de la vida consciente es el destino final de la vida imperfecta. En otras palabras, cada aspecto de la vida en este mundo de variedad gradualmente evoluciona de la imperfección a la perfección, y si la evolución de la vida no fuera así en su naturaleza, no habría diferencia entre la vida y la muerte, porque la vida en la superficie no es nada más que un fenómeno de contraste.
La señora: ¿Cuál es el beneficio de creer en, amar y conocer a Dios?
Inayat Khan: La fe en Dios enciende en el hombre Su amor, y donde la llama del amor aparece, el conocimiento de Su Ser comienza a desplegarse por si mismo. Esto despierta al ser humano del sueño de ignorancia, y le da verdadera felicidad y dicha que nada más en la vida puede darle.
La señora: Entonces, ¿por qué los que han despertado no despiertan a las personas del mundo de su sueño de confusión?
Inayat Khan: ¿Aconsejarías que se despierte a niños pequeños, cuya única felicidad está en el sueño, y cuyo crecimiento depende de dormir? Si se quedan despiertos hasta tarde, se enferman, y no son tan fructíferos en los asuntos de la vida como lo son los adultos. La niñez necesita más sueño y los niños deben dormir. Así es la naturaleza de las almas inmaduras, son niños, a pesar de lo viejos que puedan parecer. Sus fantasías, sus alegrías, sus deleites son por cosas sin importancia en la vida, como la vida de los niños está inmersa en dulces y juguetes. Por lo tanto, aquellos que se han despertado caminan lenta y gentilmente, no sea que sus pasos perturben el sueño de los que están dormidos. Ellos sólo despiertan en su camino a aquellos que encuentran dando vueltas en la cama. Son a los que los viajeros del sendero espiritual les dan su mano en silencio. Es por esta razón que el sendero espiritual es llamado la manera mística. No es falto de amabilidad despertar a unos pocos y dejar que muchos duerman, pero por otro lado es una gran gentileza dejar que dormiten aquellos que necesitan dormir.
La señora: Gracias, Oh Maestro, ruego que me bendigas.
Inayat Khan: Que Dios te bendiga.
Traducido por Inam Rodrigo Anda