Vislumbres: Anécdotas de los viajes del Murshid
Murshid a veces se divertía mucho acerca de la actitud de las personas
En San Francisco había un mesero que siempre se ponía muy confundido mientras le servía, muy afanado y enrojecido y agitado. Talvez su apariencia sacerdotal le impresionaba mucho. Murshid solía dirigirse a él como ‘beta lal’, ‘mi enrojecido hijo’, lo cual aumentaba su confusión.
Un día le dijo, “¿No te gustaría confesarte conmigo beta lal?”
“Otro día, Señor”, dijo, y se alejó tan pronto como pudo.
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Un mureed mencionó una enorme riqueza, lo que supondría el cumplimiento de un gran anhelo que Murshid fomentaba en ese momento.
Le dijo, “¿puedo ofrecértela?”
Y Murshid dijo, “No, gracias”.
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Alguien contó acerca de su peligrosa aventura cuando, en una pequeña canoa, había seguido el curso del río Colorado a través del Gran Cañón de Arizona, a lo largo de sitios que ningún ser humano se había aventurado a cruzar.
Le preguntaron a Murshid si tales experiencias acercan más al hombre a la realización de su alma.
Murshid dijo, “Sólo estimula su falso ego”.
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Una vez Murshid estaba sentado en la cubierta del ‘Majestic’ mientras navegaba de Nueva York a Cherbourg (Francia). Había varios niños correteando alrededor y gritaban tan alto que parecían ser cientos, aunque eran sólo cuatro o cinco. Uno de los pequeños pasó corriendo frente a la silla donde Murshid estaba sentado. De repente se paró, hizo silencio y se puso pensativo. Entonces con ojos anhelantes preguntó, “¿Eres un rey?”
Adaptado de ‘Rayos’.
Kismet Dorothea Stam
Traducido al español por Inam Rodrigo Anda