Si el sol apareciera una vez cada mil años
Durante los siguientes dos años [sept. 1924-sept.1926] fui a todas partes con el Murshid en sus extensos viajes por Europa y América. Yo tenía que preparar sus viajes de conferencias muchos meses antes, preferiblemente en las universidades de las grandes ciudades. Algunas de ellas fueron en Ginebra, Berlín, Estocolmo, Oslo, Copenhague, Londres, París, Roma, Nueva York y San Francisco. […]
Cierto día, cuando habíamos terminado un viaje muy agotador de conferencias por varias ciudades suizas, tomamos el tren para Florencia. No me sentía nada bien –estaba extremadamente exhausta- y en mi interior no podía evitar dejar de quejarme, sentado allí, en la esquina del vagón. De repente, el Murshid interrumpió mi ensimismamiento.
‘Mira ese maravilloso atardecer’, dijo. Por primera vez lo miré. El hermoso paisaje italiano por el que estábamos pasando estaba bañado con los más ricos y espléndidos colores – pero hasta ese momento yo ni siquiera lo había notado, inmersa como estaba en mi propia autocompasión.
‘Imagina’, continuó el Murshid, ‘cómo sería si el sol apareciera solo una vez cada mil años. Piensa en los libros que se escribirían sobre esto, y cómo la gente privilegiada que viviera durante el momento de su aparición, sería envidiada por aquellos que nunca pudieron verlo. Sin embargo, muchos de los que vemos este milagro cada día de nuestras vidas difícilmente lo apreciamos. Lo damos por sentado totalmente’.
Me sentí profundamente humilde, mientras mis ojos se daban el festín del atardecer.
‘Nunca debemos olvidar esto: el solo hecho de que nos sea permitido vivir sobre la tierra es un enorme privilegio’, continuo. ‘Esta es la más maravilloso oportunidad de evolucionar espiritualmente. Y solo por este hecho, -sólo por haber encarnado- nunca podremos estar lo suficientemente agradecidos. ¡Cuán pocos de nosotros realmente valoramos las buenas cosas que incluso los más pobres reciben todos los días de Dios! Pensamos que tenemos derecho a ellas, cuando en realidad no tenemos derecho a nada en este mundo. Hay millones de almas que esperan en las esferas interiores por la oportunidad de encarnarse, por la oportunidad de desarrollar su conciencia y capacidades que ofrece la vida en este mundo. En todo momento debemos intentar ser más conscientes y más agradecidos: por el poder de la vida, por el sol, por el alimento, -y los miles de otros beneficios que en forma gratuita nos ofrece Dios cada día’.
El sol sobre el paisaje italiano se desvaneció, pero las palabras del Murshid jamás se desvanecieron de mi mente…
Tomado de:
Memories of a Sufi Sage: Hazrat Inayat Khan
Sirkar van Stolk and Daphne Dunlop
Tr. Amin Juan Ramiro Betancur