Vislumbres: La impresión que dejaba Inayat
Muchos extraños siempre se dirigían al Murshid* dondequiera que él iba. Y la dirección de su admiración en la vida moldeaba la forma de sus preguntas.
Algunos sencillamente le preguntaban: “¿Quién eres tú?” o “¿De dónde vienes?”, o le entregaban su tarjeta, diciendo “¿Puedo ir a visitarte?” Cuando el Murshid usaba la sotana negra, muchos se dirigían al él como ‘Padre’, y cuando el Murshid usaba las hermosas prendas blancas musulmanas, la blanca anga, le preguntaban “¿Eres un Ministro?” [ej. Un líder político; ed.], “¿De qué Estado es usted el Ministro?” Y muchos otros solo miraban fijamente, sabiendo que el Murshid era de una casta a la que no te diriges.
Cierta vez, un hombre le dijo al Murshid, “Debes de ser un rico mercader. ¿Qué tipo de negocio tienes?” La humilde respuesta del Murshid fue, “Soy vendedor de ropa”.
* * *
Cuando el Murshid vivía en Londres, durante la guerra, un detective visitó la casa en la que Murshid se quedaba. Sabiéndose un funcionario, el detective sintió que tenía el derecho de investigar cada rincón de la misma, como si él fuera el propietario de todo. Con aire de dueño, abrió la puerta de la habitación en donde el Murshid estaba presente. Entonces, al observar al Murshid, quien estaba sentado en profunda meditación, no entró al lugar. Pero su alma entró a ese reino que no es la tierra.
Y desde entonces se convirtió en discípulo**.
*Murshid, maestro, refiriéndose a Hazrat Inayat Khan.
** Discípulo, ‘mureed’ en terminología sufi (‘murid’, pronunciación en español).
Adaptado de “Rays”
Kismet Dorothea Stam
Traducido por Juan Amin Betancur