Vislumbres: Inayat con su Murshid
Lo siguiente se tomó de las memorias, Páginas en la Vida de un Sufi de Musharaff Moulamia Khan, el hermano menor de Hazrat Inayat.
Cuando Inayat Khan conoció a su Murshid, sintió inmediatamente que había encontrado al guía de su vida y que había llegado al deseo de su vida. El reconocimiento de ese primer momento se convirtió en un vínculo cada vez más fuerte. En oriente consideramos la relación entre Murshid y discípulo una relación que nunca puede romperse; es una unión que jamás puede removerse y que alcanza la eternidad. Fana-fi-Sheik es la comunión mística por la cual dos almas se unen tanto como para vivir y sentir casi como una sola. Desde los primeros días de conocer al Murshid mi hermano sentía a menudo que su Murshid quería hablarle, y en esos momentos donde sea que estuviese hacía un esfuerzo para ir donde él, y siempre encontraba que lo que había sentido era en efecto realmente cierto. Inayat Khan vivía entonces en Sekunderabad, que está cerca de Hyderabad donde residía su maestro.
Gradualmente el vínculo telepático se hizo tan fuerte entre ellos, que todo lo que mi hermano hacía y sentía lo conocía su Murshid, y esto le hizo reflexionar mucho en aquellos días. “¿Cómo es posible que mi Murshid sepa eso?” decía, aunque el mismo podía sentir inmediatamente si su Murshid estaba enfermo o le llamaba.
[…] Pero aquí hay un punto a resaltar: ellos nunca hablaban de lo que se llama temas espirituales. Hablaban de temas de la vida cotidiana, como cualquier par de hombres, uno mayor y experimentado, el otro joven y entregado, podrían conversar. Caminaban en el jardín y hablaban del jardinero, de las plantas y las flores. O quizá Inayat cantaba o tocaba para su Murshid. […]
Nunca hablaban de metafísica. Y tampoco mi hermano proponía temas de discusión. En una ocasión, dijo mi hermano, su Murshid estaba hablando de algún tema filosófico, y él sacó [de su bolso] su cuaderno para tomar una nota de lo que había dicho, y su Murshid rápidamente cambió de tema, y mi hermano de inmediato lamentó su acto. Sintió que era culpable de tratar de retener una idea, cuando el Maestro le ofrecía todo su conocimiento en la atmósfera y el perfume de su personalidad. […]
Un día un pobre mensajero vino con un mensaje de su Murshid para él, Inayat Khan no sabía cómo honrar de suficientemente al hombre. En la gran historia de amor india, la historia de Majnun y Laila, se dice como le afectó a Majnun un día ver al perro de Laila en la calle. Y así fue afectado Inayat Khan al ver al mensajero de su Murshid. Se inclinaba y le besaba la mano, no sabía cómo agradecerle lo suficiente, y sentía que no podía hacer lo suficiente por él.
Como el mensajero había venido a pedirle que visitara a su maestro, Inayat Khan inmediatamente ensilló su caballo para ir a la casa del Murshid; pero él fue a pie y convenció al hombre mayor a montar el caballo, tanto por respeto cuanto porque había traído un feliz mensaje de su Murshid.
A través del vínculo de cariño por una persona, es posible aprender algo de lo que es la simpatía y lo que puede hacer. Por una relación de este tipo se puede aprender a conocer de qué naturaleza era el vínculo que unía a los discípulos de Jesús con su Maestro, y uno puede empezar a aprender el significado de las palabras, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Es esta eliminación absoluta del yo en la devoción al digno guía humano elegido, que es el inicio del aprendizaje de la eliminación absoluta del yo en el ideal de la Perfección Divina. Esta es la enseñanza Sufi.
Cambiar en el sendero espiritual no es aconsejable; lo que se necesita ahí es constancia. Por esta constancia y paciencia el discípulo llegará a su meta. Ser humilde, ser honesto, ser dócil, ser obediente, todo esto se necesita en el sendero del discipulado; así el discípulo construye su carácter. Conforme avanza, su personalidad se vuelve como una fragante flor y logra su ideal en el sendero del misticismo. Todas las cosas ocultas le son reveladas, y al final siente esta unificación tanto con la vida interna, como también con la vida externa, se ha disciplinado a sí mismo de esta manera.
Bella enseñanza Murshid. Es la constancia la que lleva al logro de la meta además de humildad, docilidad, honestidad y obediencia; toda una tarea de vida en el camino del discipulado….
Cuánta sabiduria y claridad. Y lo que cuesta ponerlo en práctica!!!!