Hazrat Inayat: Una pregunta sobre vanidad

Durante una conferencia sobre el mundo de la mente, Hazrat Inayat Khan habló sobre la naturaleza del corazón de parecerse a un espejo, diciendo que para reflejar como debiera, debe deshacerse de todas las impresiones, buenas y malas, que se acumulan allí. Por lo general, sostenemos ciertas impresiones en nuestro corazón, un sentimiento de rencor, por ejemplo, o una sensación de pérdida, y estas impresiones se reflejan constantemente en nuestra vida. Después de la charla se hizo la siguiente pregunta.

P.: ¿No es la vanidad un gran impedimento para tener un corazón perfectamente limpio?

R.: Sin duda, pero a esa vanidad yo la llamaría egoísmo, arrogancia, orgullo. La vanidad es una palabra muy liviana, puesto que es una palabra poética, y de acuerdo con la idea de Oriente, vanidad es una palabra hermosa. Un poeta dice, en persa: “Mi vanidad ¿no has sido tú el medio para todo lo bueno y malo que he hecho?” Porque cuando lo miramos desde un punto de vista diferente, desde ese punto de vista poético, vemos que es la vanidad la que muy frecuentemente nos inclina a la bondad, a la caballerosidad. Les daré un ejemplo. Dos niños peleaban por un juguete, queriendo arrebatarlo de las manos del otro, y ambos estaban llorando. Un tercer niño, mayor que ellos, estaba allí, y a él le dije: “Este muchacho”, refiriéndome al mayor de los dos que estaban peleando, “es un muy buen muchacho. Es realmente bueno, y no le importa si su hermano le quita su juguete, porque está por encima de eso. Es realmente un buen muchacho, no le importa. Está contento de ver a su hermanito jugar con el juguete, ¡incluso le presta su propio juguete!” No le dije esto al muchacho, sino a alguien más, y ¿qué tocó? El ego: “Soy un buen muchacho, debo probar que es así”. Una forma de sentimiento de honor, de dignidad que, “Si así me consideran, debo probar que es así”.

Pero, por supuesto, está el otro lado, y es el orgullo, y la arrogancia que ciega la visión de una persona, y le mantiene a uno alejado del verdadero progreso y del logro real.

Traducido por Inam Rodrigo Anda