Hazrat Inayat : Fuera en Occidente pt II
Mientras continúa con su recuerdo sobre su primera experiencia en Occidente, Hazrat Inayat Khan narra las dificultades que encontró al ser un músico en una cultura extraña, mientras buscaba la forma de hacer el llamado del Sufismo.
Al principio hice conciertos y conferencias sobre música en la Universidad de Columbia, ganando el cálido elogio de varios profesores y estudiantes. Este era el inicio de mi carrera profesional en Occidente, e inicié en una gira que comprendía casi todas las ciudades más conocidas de los Estados Unidos, en las que hablé en las universidades ante audiencias inteligentes y agradecidas, sobre filosofía y música. Esta dualidad incrementó su interés en mi trabajo, y a medida que me familiaricé con los norteamericanos comencé a darme cuenta con alegría de que, a pesar de su tendencia comercial y sus ambiciones materialistas, Dios no les había privado del tesoro que es el amor.
Sus corazones son incluso como los nuestros, aunque su vida artificial hace que sea más difícil que logren esa paz que nosotros podemos tan fácilmente alcanzar en Oriente. Asimismo, tienen un fuerte deseo de progreso espiritual, por cuanto al hombre concierne, no importa que sea de Oriente u Occidente, con tiempo inevitablemente es atraído a la Fuente eterna del Amor que nunca se puede evadir.
Cuando llegué a San Francisco encontré muchas cosas de mi interés, y mi deseo de la revelación de la verdad tuvo su salida. Nunca he estado de acuerdo con el trabajo misionero, especialmente en este período de evolución humana en el que un nuevo despertar es inminente a lo largo del mundo. Escapé de la apariencia de ser un fanático religioso o uno que desea convertir a las personas, pues yo llevé el mensaje de verdad universal que armonizaría Oriente con Occidente al difundir la idea de la unidad y que es el sufismo.
Hablé en la Universidad de Berkeley y en la de Los Ángeles en California, en donde mi música y mi discurso sobre filosofía, como se expresa en el reino del arte, atrajo mucha atención. A pesar de que mi gira profesional no me permitió hacer mucho como de otra forma hubiera podido, aun así era el único medio para cumplir con mi propósito, que no tenía más apoyo que el de Dios. Esta gira me ayudó mucho a establecer la Orden Sufi en América, con los siguientes objetivos en el corazón:
(1) Establecer una hermandad humana sin consideración de casta, creencia, raza, nación, o religión; pues las diferencias solo crean una falta de armonía y son la fuente de toda miseria.
(2) Difundir la sabiduría del Sufismo, que hasta ahora ha sido un tesoro escondido, aunque es en realidad propiedad de la humanidad y nunca ha pertenecido a una raza o religión en particular.
(3) Alcanzar esa perfección en la que el misticismo deja de ser un misterio para redimir al incrédulo de la ignorancia y al creyente de ser víctima de la hipocresía.
(4) Armonizar Oriente y Occidente en la música, el lenguaje universal, a través del intercambio de conocimiento y el renacimiento de la unidad.
(5) Promover la literatura Sufi que tiene tanta belleza y es tan instructiva en todos los aspectos del conocimiento.
Alabado sea el nombre de Dios, porque aquellos que fueron atraídos por el mensaje de la verdad fueron en su mayoría fervorosos y muy devotos. De hecho, su simpatía me hizo casi olvidar mi anhelo por el Oriente, y me sentí en unidad con ellos. Algunos murids muy pudientes querían que abandonase mi profesión, y se ofrecieron a ayudarme materialmente para que mis necesidades estén satisfechas sin dificultades, y para que así pueda permitirme dedicar todo mi tiempo al llamado Sufi.
Muy agradecido rechacé esta propuesta porque, siendo Sufi, no me importaban las apariencias, creyendo siempre que el ser era el único sostén confiable en la vida; mientras que la música, al ser mi religión misma, era mucho más para mí que una simple profesión, o incluso que mi misión, ya que la veía como la única puerta a la salvación.
Continurá…
Traducción Darafshan Daniela Anda