Hazrat Inayat : La construcción del carácter pt VIII
Hazrat Inayat Khan nos insta ahora a evitar entrometernos en los asuntos de los demás. La publicación anterior de la serie está aquí.
Hay algo que pertenece a la naturaleza humana, y su origen está en la curiosidad; curiosidad que da un deseo de conocimiento. Cuando se abusa de esta tendencia, se convierte en fisgoneo. Es maravilloso que la raíz de todos los defectos sea una tendencia correcta, y es el abuso de la tendencia correcta lo que la convierte en un defecto. Si consideráramos el poco tiempo que tenemos para vivir en esta tierra, veríamos que cada momento de nuestra vida es precioso, y que deberíamos dedicarlo a algo que realmente valga la pena. Cuando ese tiempo se dedica al fisgoneo, a querer conocer los asuntos de los demás, se ha malgastado ese tiempo que podría haberse utilizado para un fin mucho mejor. La vida tiene tantas responsabilidades y tantos deberes, y hay tanto que uno tiene que corregir de sí mismo, hay tanto que uno tiene que deshacer de lo que ha hecho, y hay tanto que atender en los asuntos de uno para hacer que su vida sea la correcta, que parece como si una persona estuviera intoxicada al dejar sus deberes y responsabilidades para ocuparse, ocupar su mente, en el entrometimiento dedicando sus oídos a eso.
El libre albedrío nos ha sido dado para atender nuestros propios deberes, para lograr nuestros propios objetivos, para atender nuestros propios asuntos, y cuando ese libre albedrío se usa para tratar de averiguar sobre los demás, las debilidades de los demás, las carencias de los demás, las faltas de los demás, ciertamente se abusa del libre albedrío. A veces una persona es fisgona porque le interesa la vida de los demás, pero muy a menudo una persona es inquisitiva porque es su enfermedad. Puede que no tenga ningún interés en el asunto; es sólo porque quiere satisfacerse a sí mismo oyendo y sabiendo sobre los demás. El autoconocimiento es el ideal de los filósofos, el conocimiento de la vida de los demás no lo es.
Hay dos fases en el desarrollo de un hombre, una fase en la que mira a los demás y otra fase en la que se mira a sí mismo. Cuando termina la primera fase y comienza la siguiente, se inicia el viaje hacia la meta deseada. Rumi dice: “No te preocupes por los demás, porque hay mucho que pensar sobre ti mismo”.
Además, es una señal de gran respeto hacia los ancianos y hacia aquellos a los que uno desea respetar, no mostrar ninguna tendencia a saber más de lo que nos es permitido. Incluso en una relación tan estrecha como la de padres e hijos, cuando se respeta la intimidad del otro se demuestra en ello una gran virtud.
Querer saber de otro es muy a menudo una falta de confianza. Quien confía no necesita develar, no necesita descubrir lo que está oculto. Quien desea develar algo, desea descubrirlo. Si hay algo que debe descubrirse primero, es a uno mismo. El tiempo que uno emplea en descubrir a los demás -sus vidas, sus defectos, sus debilidades- podría emplearlo en descubrir su propia alma. El deseo de conocer nace en el alma. Pero el hombre debe discernir lo que hay que saber, lo que vale la pena conocer. Hay muchas cosas por las que no vale la pena preocuparse. Cuando uno dedica su tiempo y sus pensamientos a tratar de saber lo que no necesita saber, pierde la oportunidad que la vida le ofrece de descubrir la naturaleza y el secreto del alma, en los que reside la realización del propósito de la vida.
Continuará…
Traducido por Inam Anda