Hazrat Inayat : Faith pt II (Spanish version)

Hazrat Inayat : Fe pt II 

Continuamos con la serie de enseñanzas de Hazrat Inayat Khan sobre la fe. El primer post de esta secuencia se puede encontrar aquí

Estamos aquí para cumplir con el propósito de nuestra vida. ¿Cuál es ese propósito? Nuestro deseo, nuestra inclinación que está constantemente trabajando en nuestra mente, ese es el propósito de nuestra vida. Si no somos capaces de cumplir esa inclinación, nos vamos de este mundo sin cumplir nuestro propósito. Como dice Omar Khayyam, “El cielo es la visión del deseo cumplido; el infierno es la sombra de un alma en llamas”. Si los deseos no se cumplen, el alma está naturalmente en llamas. Pero no hay razón para que el deseo no se cumpla; la existencia misma de un deseo promete su cumplimiento. En el corazón del hombre está el deseo de Dios. El Corán dice que sin la voluntad de Dios, ni siquiera un solo átomo puede moverse. Esto muestra que cada ola de pensamiento y sentimiento, cada movimiento y acción es de Dios. Cada pensamiento que viene a nuestra mente es el pensamiento de Dios, incluso si parece ser un pensamiento de la vida cotidiana en el mundo. 

Una vez que el hombre se da cuenta de que cada actividad e impulso que viene a su mente es realmente de Dios, desde ese momento siente que debe cumplirse. Si no se cumple, es la limitación del hombre la causa de su impedimento; ha permitido que su debilidad impida su realización. Es la falta de fe del hombre lo que generalmente causa los fracasos. En la fe está el secreto del cumplimiento o incumplimiento de cada pensamiento. No hay duda sobre el cumplimiento de un deseo si la fe del hombre trabaja con él, pero cuando la propia razón y la duda vienen y destruyen la esperanza, uno generalmente se encuentra con el fracaso. 

¡Qué importante papel juega la fe en la vida! ¿Puede haber algo igual a ella? En el idioma árabe se llama iman. Toda la religión es fe, por mucho que la gente haya llamado a las religiones separadas fe. La fe en sí misma es una religión. 

¿Significa esto que uno debe creer y confiar en cualquiera ciegamente? ¿No sería eso una fe ciega? ¿No sería oscurecer la razón, el poder de discriminación entre el bien y el mal, entre lo posible y lo imposible? Supongamos que una persona dice que usted va a ser rey y usted lo cree, esto sería una fe ciega, ya que no hay posibilidad de que se realice; aún más imposible sería creer si dijera: “Usted es un rey”, cuando no ve ningún signo de realeza en su vida, ¡sino más bien lo contrario! 

Pero el punto es que la primera lección que hay que aprender es a tener fe en uno mismo. ¡Cuántos de nosotros hay que no tienen fe en sí mismos! Es esta misma falta la que hace que no tengan fe en los demás. Una vez que una persona tiene fe en sí misma, puede también tener fe en los demás. Por ejemplo, si uno siente que una persona es buena y espiritual, ¿qué importa si el mundo entero no piensa lo mismo? Pero si alguien dice, “No lo sé, tal vez la otra persona piense bien, y yo no”, entonces no tiene fe. No sabe lo que es la fe. Puede tener fe en un hombre, y sin embargo, a medida que pasan los días, llega el momento en que la pierde. Una persona que no cree en sí misma no puede creer en nadie más, y es realmente un incrédulo. La fe debe empezar por dentro. La creencia en uno mismo debe ser tan fuerte que aunque mil personas digan “no”, uno dirá “sí”. Buscar en los demás cada opinión, no confiar en uno mismo para decir si es de día o de noche, es terminar no sólo desconfiando de los demás, sino desarrollando una especie de locura. 

La fe significa confianza en sí mismo. El secreto de la fe es que puede ser usada como medicina, y será mejor que la medicina; puede ser riqueza, y más grande que la riqueza; puede ser una religión, y más grande que la religión; felicidad, y más grande que la felicidad. Porque nada puede comprar o vender la fe. Si hay algo que puede llamarse la gracia de Dios, es la fe y la confianza en sí mismo. Es algo que no se puede enseñar ni desarrollar; debe estar en uno, y sólo se puede fortalecer amándola, disfrutándola. Debe desarrollarse por sí misma. 

La fe es, de hecho, un poder que opera a lo largo de toda nuestra vida, y que se nos imparte desde el momento de nuestro nacimiento. Este poder se oscurece tan pronto como se desarrolla la razón, lo que ocurre durante el proceso de adquisición del conocimiento necesario para el mero mantenimiento de la vida; y entonces uno pierde la confianza en sí mismo, así como la confianza en los demás. Esta es la duda, que es el mayor enemigo del alma en su progreso hacia la auto-realización. Se elimina tan pronto como uno percibe que la fe es realmente un poder de Dios, por el cual Él busca expresarse a través del individuo. 

Continuará… 

Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui 

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