Hazrat Inayat: Fe pt. V
En esta entrega final de la corta serie sobre la fe, Hazrat Inayat Khan deja claro que la fe no es solo necesaria para la vida interior, sino también para todo el progreso de la vida externa. La publicación anterior de esta seria puede encontrarse aquí.
Surge la pregunta, ¿es correcto cubrir nuestra razón y actuar de acuerdo con nuestra fe? La respuesta es que no es correcto. La razón es el sirviente de la fe, y la fe es el rey de la razón. Pero el fracaso llega cuando la razón se convierte en el rey y la fe en su sirviente. El éxito llega cuando la fe es el rey y la razón el sirviente. Si la fe dice, “me gustaría abrir una fábrica”, la razón responde, “si, tú puedes llevar a cabo tu fábrica de esta manera”. La razón es el sirviente; la fe es lo primero. La fe dice, “triunfaré”. La razón dice, “estas son los diferentes caminos que tendrás que tomar”. Esta es la forma en que la razón ayuda a la fe.
Es muy diferente cuando la razón es el rey. Cuando esto sucede, la razón dice, “¿abrir una fábrica? ¿cómo? Solo mírate, sin un solo centavo en tu bolsillo”. La fe responde, “si, tienes razón”. La razón continua, “no sabes nada acerca de una fábrica, ¿cómo pretendes manejar un trabajo así?” Y la fe responde, “Si, no pensaré acerca de esto nunca más”. Cuando la razón lidera a la fe, el resultado es el fracaso; es cuando la fe lidera a la razón, que llega el éxito.
Respecto a confiar en las personas, uno puede pensar, “¿es correcto creen en cualquier cosa que una persona dice? ¿está bien confiar en todos? Hay muchas personas que no son dignas de confianza; ¿debemos entonces confiar en cualquiera para desarrollar nuestra confianza? La respuesta es sí. Quizás tendremos fracasos, pero solo confiaremos en otra persona cuando confiamos en nosotros mismos; cuando tenemos fe en nosotros, tendremos fe en los demás. Sin fe en nosotros mismos, jamás tendremos fe en el otro; tener fe en el otro es tener fe en nosotros mismos. No importa si una o dos veces nos decepcionamos; pero si tenemos miedo de ser decepcionados, aunque sea una sola vez en la vida, talvez dudaremos toda la vida, y así nunca llegará el momento en que seamos capaces de confiar en alguien, incluso en nosotros mismos. Hay muchas cosas que pueden desarrollar nuestra confianza. A veces una persona que no es digna de confianza puede llegar a ser digna de confianza.
Los hindús dicen que si uno tiene fe en un ídolo-dios, ese dios escuchará y cumplirá sus deseos; pero si uno no tiene fe en el Dios de los Cielos, incluso Él no puede hacer nada. La Biblia dice que la fe, tal como un grano de mostaza, puede remover montañas.
Hay una historia de un predicador que estaba hablando en un pequeño pueblo de la India. Los campesinos a los que predicaba no podían entender filosofía o misticismo o los grandes problemas de la vida. Lo que él enseñaba era, “Tengan fe en Dios; la fe es una gran virtud”, y les decía que si una persona repite la palabra sagrada, sería capaz de caminar sobre el agua. Todos estaban encantados de escucharlo y decían, “¡Qué gran cosa! Él siempre está hablando acerca de lo mismo”. Al día siguiente un anciano vino y dijo, “señor, no puedo entender los problemas profundos de la vida, pero estuve encantado con su idea anoche”. El predicador respondió, “¿Qué fue eso?”. En anciano dijo, “Me sorprendió mucho. ¿vendrías a cenar a mi casa? Sería un honor”. El predicador dijo, “si, con mucho gusto”.
Fijaron una fecha. Cuando llegó el día, el hombre vino a recoger al predicador y partieron juntos. En el camino había un pequeño río que debían cruzar. Cuando llegaron a la horilla, el predicador dijo, “¿dónde está el bote?” “¿Por qué preguntas sobre el bote?” replicó el campesino. “El otro día dijiste que cuando usas la palabra sagrada, puedes caminar sobre el agua. Y me sorprendió mucho descubrir que es verdad. ¿Para qué tomar el bote cuando solo es necesario decir la palabra sagrada?” Pero el predicador no pudo hacerlo; no era un verdadero maestro. Así que le dijo al anciano, “Tú eres mi maestro. Yo he hablado, pero tú has actuado; y si yo tuviera tu fe, debería haber sido capaz de cruzar sobre el agua”.
Esto nos muestra que las cosas a veces parecen obscurecidas, como en una niebla, como si se mirara a través de un vidrio oscuro. De antemano tenemos miedo de que algo nunca vendrá, de que siempre habrá decepción, fracaso, tristeza. Continúa la depresión; comenzamos a pensar que los tiempos nunca cambiarán, y que las mismas condiciones continuarán por siempre. El único remedio para despejar estas nubes es buscar un tiempo mejor, tener esperanza de algo mejor en la vida, sentir que cada pensamiento, deseo e impulso que llega a nuestro corazón, proviene de Él, y que eso debe lograrse con todo ese poder para algún propósito. A ninguna circunstancia de nuestra vida, incluso a ningún amigo o consejero, ni a nuestra razón o nuestras dudas se les debe permitir que impidan la realización de nuestros pensamientos. Es a través de esa única cosa, la fe, que nuestros pensamientos se mantienen poderosos y llenos de fortaleza; no es más que eso, fe.
Traducido por Inam Anda