Hazrat Inayat : From limitation to perfection pt IV (Spanish. version)

Hazrat Inayat: de la limitación hacia la perfección (pt. IV) 

Habiendo relatado un breve momento de la historia de Layla y Majnun, Hazrat Inayat Khan ofrece ahora otro cuento y continúa con su explicación del viaje hacia la perfección. 

Hay otro cuento sobre un ama de casa que preparaba un gran festín. Cuando su marido llegó a casa, le dijo: “¿mi buena esposa, ¿por qué has preparado un banquete? ¿Es algún cumpleaños? ¿De qué se trata?”. Ella dijo: “es más que un cumpleaños, es un gran día para mí”. Pero él insistió: “¿qué es?”. Ella le respondió: “mi esposo, nunca pensé que creyeras en Dios”. Él preguntó: “¿y cómo lo supiste?”. Ella le dijo: “mientras te volteabas durmiendo, pronunciaste el nombre de Dios, y estoy tan agradecida”. Él dijo: “¡Ay! Lo que era tan sagrado y secreto en mi corazón este día ha sido revelado. No puedo soportarlo y vivir”. Y el hombre cayó muerto. Su concepción de Dios era muy sagrada para él. 

Se da la expresión exterior y la expresión interior, y no siempre sabemos cuál es cuál. Podemos pensar de muchas personas que están muy alejadas del ideal de Dios, cuando están más cerca de Dios que nosotros mismos. Para cualquiera es difícil juzgar quién está cerca de Dios y quién no. Es difícil saber incluso en nuestras propias vidas qué complace a nuestro amigo y qué cosas no le gustan. Cuanto más conscientes estamos de querer complacer a nuestro amigo, más encontramos cuán difícil resulta saber lo que pueda gustarle y lo que no. No cualquiera lo sabe, pero la luz de la amistad no ha sido encendida en todos. A veces no es más que una palabra de diccionario. Quien ha aprendido la amistad ha aprendido la religión. Quien ha aprendido la amistad ha conseguido el conocimiento espiritual. Quien ha aprendido la amistad necesita aprender muy poco más. La moral en persa se llama amistad.  

Si no podemos comprender el placer y desagrado de nuestros amigos en este mundo, ¿cómo podemos comprender el placer o el desagrado de Dios? ¿Quién en esta tierra puede decir que Dios se complace con esto o con aquello? Nadie podrá tener el poder de hacer reglas o leyes alegando que Dios se complace con esto o se disgusta con aquello.  

Otro aspecto de la religión es el aspecto del maestro. Por ejemplo, Cristo. Están los que ven la divinidad en Cristo. Ellos dicen “Cristo era Dios, Cristo es divino”. Y hay otros que dicen “Cristo era un hombre, uno como cualquiera de nosotros”. Cuando examinamos esta cuestión, vemos que no está equivocada la persona que dice “Cristo es divino”. Si hay alguna divinidad manifiesta es en el hombre. Y quien dice “Cristo era un hombre” tampoco estaba equivocada. En la apariencia de hombre Cristo se manifestó. Quienes no quieren que Cristo sea un hombre, rebajan la grandeza y sacralidad del ser humano en su argumento, al decir que el hombre está hecho de pecado, y separando a Cristo de la humanidad. Pero no hay nada errado en llamar a Cristo como Dios o divino. Es en el ser humano donde se manifiesta la perfección divina. Es en el hombre donde se manifiesta la divinidad. Ahí están las propias palabras de Cristo, “yo soy Alpha y Omega”. Muchos cierran los ojos a esto, pero quien dijo “yo soy Alfa y Omega” existió también antes de la llegada de Jesús, y quien dijo “primero y último” tiene que existir también después de Jesús.  

En las palabras de Cristo se encuentra la idea de perfección. Él se identificó a sí mismo con ese espíritu del cual era consciente. Cristo no era consciente de su parte humana, sino de ese perfecto ser cuando dijo “yo soy Alpha y Omega”. Él ahí no se identificó a sí mismo con su ser conocido como Jesús. Él se identificó con ese espíritu de perfección que vivió antes de Jesús y continuará viviendo hasta el final del mundo, por la eternidad. Si esto es así, ¿entonces qué importa si alguien dice “Buda nos inspiró” y millones de personas son inspiradas por Buda? Solo es una diferencia de nombre. Todo es Alpha y Omega. Si otros dicen Moisés, o Mahoma, o Krishna, ¿qué diferencia hace? ¿De dónde viene la inspiración? ¿No viene de un y el mismo espíritu? ¿No era el mismo Alpha y Omega del que Jesucristo era consciente? Quien sea que entregue el mensaje al mundo, cualquier ser humano iluminado que haya elevado a miles y millones de personas en el mundo, este no puede ser sino ese mismo Cristo a quien uno llama por este nombre y el otro por otro nombre. Sin embargo, la ignorancia humana siempre causa guerras y desastres a causa de diferentes religiones, diferentes comunidades, debido a la importancia que estas le dan a su propia concepción, su propia concepción adulterada que difiere una de otra. Incluso ahora, de un lado está el materialismo y del otro el fundamentalismo. Lo que se necesita hoy es encontrar la primera y última religión, llegar al mensaje de Cristo, a la sabiduría divina, así podemos reconocer la sabiduría en todas sus diferentes formas, en cualquier forma que ha sido entregada a la humanidad. No importa si esta es el budismo, el islam, el judaísmo, zoroastrismo, hinduismo. Es una sabiduría, que es el llamado del espíritu, que despierta al hombre para que se eleve por encima de las limitaciones y alcance la perfección. 

Continuará… 

Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez 

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