Hazrat Inayat : Mastery pt IV (Spanish version)_

Hazrat Inayat: Maestría pt IV 

En la entrega anterior, Hazrat Inayat Khan hablaba sobre la necesidad de dominar nuestro ego, y del consiguiente desarrollo de la naturaleza santa. Aquí llega a la pregunta, ¿cómo hacer de eso una realidad práctica in nuestra vida diaria? 

Pero ¿cómo podemos caminar a lo largo de este sendero en el transcurso de nuestra vida práctica, con todas las responsabilidades inherentes a la vida en el mundo? Los sirvientes se aprovechan de una persona santa; las personas egoístas y aquellos que son malvados y ciegos a la justicia toman total ventaja sobre quien se comporta de forma amable, considerada y servicial con las personas.  Bueno, la respuesta es muy simple. Este desarrollo es realmente para ustedes mismos. Una vez que lo hayan logrado, el curso de acción está en sus manos. Por ejemplo, supongamos que estás interpretando en el escenario el papel de un rey, y tu papel requiere que te molestes con un sirviente – tu realmente no te enfureces. Solo actúas tu parte del rey que está enojado. Puedes estar enojado sin estar realmente irritado. Así sucede en el desarrollo de una personalidad santa. 

Una vez que el nafs es aplastado, nunca más encontrarás que es necesario estar enojado. Pero puedes actuar el papel de una persona enojada y fingir que lo estás. Entonces, si es necesario mostrar ira, no significa el fuego del infierno para ti como lo sería para los demás, porque tú solo estás usando un instrumento, y ese instrumento no es tu amo.  De la misma manera, estás justificado en cualquier curso que la vida presente ante ti, siempre y cuando de verdad te hayas liberado del control del nafs. 

Aquí una historia acerca de un gran maestro sufi que vivía en Arabia. Durante una cierta guerra, un día luchaba contra un enemigo.  En aquellos días, las batallas eran peleas cuerpo a cuerpo. El enemigo de este hombre estaba en sus manos y estaba a punto de matarlo. Pero antes de hacerlo, el enemigo le escupió en la cara. El maestro inmediatamente se detuvo y no lo mató. El enemigo se sorprendió mucho y le dijo, “estabas a punto de matarme. ¿Por qué no lo hiciste?”  Él respondió, “Una razón es que tú has hecho algo que provoca mi ira, y si te hubiera matado mientras estaba bajo la influencia de la ira, hubiera estado actuando contra mis principios. Por lo tanto, apenas me sorprendí a mí mismo en esta falta, me volví incapaz de llevar a cabo mi primera intención”. Esto muestra cómo una persona puede incluso pelear y todavía mantener el control sobre su ira y dolor.  Mientras él sea el amo, no se lo puede culpar de nada. 

Pero la cuestión es justo esa – ¡ser el amo! Supongamos que una persona está enfadada y estamos enojada con ella. Podría traernos una cierta satisfacción dar rienda suelta a esa ira por un momento.  Pero si tan solo descubres el gozo de ser capaz de sonreír cuando la otra persona está enojada – ¡qué diferencia con la satisfacción del otro proceder! El gozo es mucho más grande porque te mantienes boyante.  Es como no poner más combustible al fuego. 

Los estallidos repentinos de emoción se controlan mediante el desarrollo del hábito de ejercitar nuestra fuerza de voluntad súbitamente, de inmediato. Si devolvemos la ira, o los celos, o el odio, o el prejuicio o cualquier otra amargura, solo mantenemos la llama de esa emoción encendida.  Es lo mismo que mantener el amor en el corazón del otro entregándole un poco de afecto y amor todo el tiempo. Si lo retenemos, morirá porque no hay nada que lo estimule. Cuando una persona siempre se ofende o no le gusta esto o aquello, está avivando el fuego, mientras que si tú lo dejas pasar y sonríes, te elevas por encima de eso y se extinguirá porque no tiene más alimento para sobrevivir. 

Continuará 

Traducido por Inam Anda 

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