Hazrat Inayat: Mensaje y Mensajero parte VII
A medida que continuamos con nuestra serie sobre este tema, Hazrat Inayat Khan describe las maneras en que el mundo se resiste o recibe el Mensaje divino. La publicación anterior puede encontrarse aquí.
El mensaje es la respuesta al clamor de las almas individuales y colectivas. La voz de Dios está hablando todo el tiempo, pero nadie escucha; por lo tanto, Dios se ha manifestado como hombre, para poder hablar con una voz aún más fuerte – pero aun así el hombre no escucha. En el tiempo de Cristo la inspiración estaba allí, la voz estaba allí, y el poder divino; pero ¡cuán pocos eran los que escuchaban y entendían! Siempre ha sido así, y siempre lo será. No es de extrañar que Jesús tuviera tan pocos discípulos, e incluso entre ellos quizás ninguno que tuviera una verdadera comprensión del Maestro. A la hora de la muerte de Mahoma, cuando cientos de discípulos estaban allí, señaló a uno y dijo, “Yo soy la sabiduría y Alí es la puerta”. Gran desconcierto ha surgido en torno a porqué esto fue así, cuando el Maestro tenía el poder de hacer que todos entendieran. Pero no estaba destinado a ser así. Cada uno tiene su propio rompecabezas que resolver. Qué poco interesante sería el mundo si todos los hombres fueran perfectos; sería como un piano en el que todas las notas fueran iguales.
Siempre que el espíritu de Dios ha venido en su verdadera forma, el mundo se ha puesto en su contra. ¿Por qué ha sido así? Porque el hombre tiene dos lados en su naturaleza, uno falso y otro real; y antes de que el verdadero mensajero pueda penetrar en la realidad del ser de un hombre, toca primero la parte falsa o irreal, y esa parte se rebela. Y en el caso de un hombre que no se rebela, aunque la luz le llegue, su corazón está cubierto, y sólo toca la superficie. Tal hombre es atraído, sin embargo, duda.
Hay egos que no están dispuestos y listos a aceptar todo lo que les atrae. Cuanto más les atrae algo, más se rebelan contra ello, sospechando que es una tentación. Incluso si ven la realidad de algo que les atrae, consideran la tendencia de ser atraídos como una debilidad. Hay egos que se niegan a aceptar lo que su amigo ha aceptado, y se niegan a admirar plenamente lo que ese amigo ha admirado. E incluso si realmente desean aceptar algo que su amigo ha aceptado, se negarán a hacerlo, ya que la tendencia de ese ego es nadar contra la corriente; es la fuerza de ese ego. Contra esta fuerza Cristo ha dicho: “Bienaventurados los pobres de espíritu”. Es principalmente esta misma fuerza de mentalidad la que se ha destacado contra los mensajeros, construyendo una muralla fortificada entre el mensajero y las almas que anhelan ser guiadas.
Sin embargo, hay quienes son como velas encendidas: pueden encender otras velas y pueden inspirar a los demás. Pero las otras velas deben ser de cera; si son de acero no pueden ser encendidas. El corazón debe ser como la cera; debe derretirse; si es como el acero, no puede ser iluminado.
Es más fácil para el devoto idealista ampliar su ideal cuando el ideal no está presente, su presencia a menudo obstaculiza al devoto en el fortalecimiento de su ideal, ya que el ideal que crece y se expande en la imaginación del devoto siempre superará la personalidad ideal que está viviendo la vida de limitaciones en la tierra.
Las almas que creen en un mensajero por sus poderes milagrosos, o porque ven la creencia de sus adeptos, son seguidores, pero las almas para las que la presencia del mensajero es la evidencia, para las que sus palabras son una prueba, y para las que su propia creencia es una convicción, son el fundamento del nuevo templo del mundo.
Sus discípulos son para el maestro como todos los objetos del cielo y la tierra lo son para el sol. Algunos responden a la luz del sol, y se vuelven calientes o fríos. Algunos crecen y prosperan, y sacan su color y fragancia. Algunos cierran los ojos o se vuelven ciegos a la luz del sol. Algunos empiezan las actividades de su vida cuando sale el sol, y otros esperan el surgimiento del sol durante la noche oscura y depresiva en dolor y sufrimiento. Algunos esperan el despeje de las nubes y las sonrisas del sol. Pero las estrellas y los planetas en el cielo son aún más sensibles y están más estrechamente conectados con la especial corriente del sol, y también lo están los discípulos que están cerca del espíritu del maestro. Ellos son sus apóstoles especiales; ellos entregan la luz del sol que se refleja en su corazón.
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.