Hazrat Inayat: Mureeds’ Class, Attitude pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat: Clase para mureeds, Actitud pt l

A finales de 1925 Hazrat Inayat Khan viajó a América, deteniéndose primero en la ciudad de Nueva York por más de un mes. Hemos publicado varias de sus charlas de ese período, y esta conferencia, del 29 de enero de 1926, es la última que dictó a los mureeds del Centro Sufí de Nueva York antes de partir hacia otras ciudades de Estados Unidos. Es interesante que, para sus instrucciones de despedida, no haya seleccionado un tema metafísico profundo, o, como él dice ‘palabras grandes y gruesas… de profundo misticismo’, enfocándose en cambio en la actitud – pues si nuestra actitud no es la correcta, entonces ¿qué es nuestro ‘Sufismo’?

Bendecidos mureeds

Quisiera decir unas pocas palabras sobre el tema de nuestra actitud hacia los demás como miembros del Movimiento Sufi.

Nuestra actitud hacia grupos tales como grupos ocultos, místicos o filosóficos, debe ser una actitud Sufí. Si no, seríamos iguales y actuaríamos igual a todos los demás. Si los miramos con un ojo crítico, hay muchas cosas que criticaríamos, y al hacerlo heriríamos a sus miembros de alguna manera. Además, nos responderían de la misma manera en la que hablamos. Arrojar una piedra al barro es salpicarse a uno mismo. Al mismo tiempo, hay bondad en todo; nada puede existir sin algo de bondad dentro de sí porque es el poder de la bondad el que permite que todo exista. Incluso lo que llamamos malvado no podría existir si no hubiera una parte de bondad en ello. Es la pequeña parte de bondad lo que lo hace existir. Si fuera ‘malvado’ en su totalidad, no podría existir. Si existe un pequeño grupo, o un movimiento con cientos y miles de miembros atraídos hacia él, eso significa que hay algo de bondad. Si no es miel, es goma o pegamento – es algo. Si a ti no te parece miel, a otros les parece; permite que así lo perciban.

Además, podemos respetarnos a nosotros mismos si probamos que respetamos a los demás. No necesitamos seguir las enseñanzas de otros grupos u otras personas. No necesitamos admirarlos, no necesitamos dejar de ser sinceros al respecto, tampoco decir cosas buenas sobre personas que no conocemos. Sin embargo, siempre debemos evitar hablar en su contra. Y si alguien habla favorablemente sobre nuestro movimiento y sobre las enseñanzas dadas en el Movimiento Sufí, qué mejor si están complacidos; y si hablan desfavorablemente – entonces es un momento que nos pone a prueba si podemos demostrar ser mejores de lo que esa persona piensa. Si damos paso, demostramos que su crítica era correcta. Tenemos que demostrar con nuestro ejemplo, con lo que decimos, con lo que hacemos, con lo que somos, no con palabras. Si no nos conocen, si no nos pueden entender, pueden vivir trecientos años para comprendernos. Solo tenemos que tomarlo todo, asimilarlo todo.

Existen dos cualidades, la cualidad de la tierra y la cualidad del cielo. Todo lo que arrojes a la tierra, sale a relucir. Si fueran frutas o granos o cardos, todo sale a relucir, porque está escondido en la densidad debajo de nuestros pies. Pero el carácter del cielo que está sobre nuestras cabezas es diferente: cualquier cosa que va allí, es asimilada, se va. El hombre es ambos, tierra y cielo. Su parte terrenal devuelve todo tal como llega, pero su parte celestial toma todo lo que es indeseable, y lo asimila. Ya no existe, ya no trae semilla, ha desaparecido, se ha ido, ha sido eliminado.

El otro día tuve una cena y me preguntaron ¿a qué me refiero con realización espiritual? Es una pregunta profunda para hacerla durante la cena. En lugar de hablar con palabras grandes y gruesas sobre ocultismo y psicología y profundo misticismo, respondí en las palabras apropiadas para la velada y dije, realización espiritual es que un hombre se convierta en persona. El alma nace como individuo, pero ese individuo no necesariamente es una persona. Es la evolución del individuo lo que culmina en la personalidad. Pero podrías preguntar, ¿es la personalidad una cosa tan grandiosa? Lo que hemos leído en libros es que nos deshagamos de la personalidad. Eso también, pero ¿deshacerse de qué personalidad? Deshacerse de la falsa concepción de personalidad. El desarrollo de la verdadera personalidad nos acerca al logro del propósito de vida. Nuestro gran poeta Ghalib* dice que, “Sin duda todo es difícil, por más sencillo que parezca. Pero es difícil incluso para un hombre convertirse en persona.” Convertirse en ermitaño, en monje, o en una persona muy ortodoxa, o conocer dogmas y rituales, todas estas cosas tienen algún propósito. Pero el camino no es la meta. No quiero decir que todas estas cosas estén mal. Solo que todas estas cosas son el camino, llevan a algo. Pero si a pesar de tomar todos estos diferentes caminos, no se llega a la meta, se ha perdido el tiempo, se ha desperdiciado el tiempo y se ha perdido la oportunidad. Mientras más avanzamos, más llegamos a comprender que hay muchas oportunidades en la vida, pero que la vida en sí misma es la mayor oportunidad. Y mientras más avanzamos en el camino, más podemos mirar el tiempo que hemos pasado con arrepentimiento, y ese es el verdadero arrepentimiento; y ese arrepentimiento es: ¿por qué no consideré el valor de la oportunidad?

Niñez, juventud, edad adulta, vejez, todo es oportunidad. La vida no existe sin oportunidad. Cualquiera que sea la condición, pobreza, riqueza, fracaso, éxito, todo es oportunidad. Una persona puede beneficiarse más del dolor que de la dicha, incluso en ocasiones mucho más si aprovecha la oportunidad, si la aprecia. Por consiguiente, en el camino de la realización espiritual, la vida se vuelve tal oportunidad que su valor es mucho mayor de lo que la persona puede concebir. Y perder esa oportunidad por dudas sin sentido, pensamientos inútiles, sentimientos imaginarios, acciones sin valor, es indeseable. Mientras más valoramos la oportunidad de la vida, más podemos aprovecharla. Debemos ser conscientes de este hecho de la mañana a la noche, que hemos sido puestos en la vida para obtener el mayor provecho; y en todas las situaciones en la vida, si buscamos esta oportunidad, el propósito de la vida se cumple. Aquellos que no comprenden este principio, para ellos la vida es una carga. Pero para aquellos que lo comprenden, esta carga es ligera. Piensan, esta carga es mi oportunidad. Podrías preguntar de qué oportunidad se trata, ¿qué se obtiene de ella? Pero tan pronto como una persona comienza a conocer su oportunidad, no podrá haber nada más que beneficio de ello. Lo que sea que se obtenga de esto será en beneficio propio. Como han dicho siempre los sabios, todo cuanto sucede, siempre ocurre para lo mejor. A veces las cosas parecen no merecer la pena, a veces las cosas están en contra de lo que deseamos, a veces son como quisiéramos que sean. Pero al mismo tiempo, de hecho, todas están cumpliendo el mensaje del destino y por eso es lo único que es mejor para nosotros. Pero de esto sólo nos damos cuenta si hemos despertado al secreto de vida.

Continuará…

*Mirza Ghalib (1797 – 1869 CE) fue un prominente poeta hindú de lengua persa y urdu. Su tumba está en Nueva Delhi, no lejos de la de Hazrat Inayat Khan.

Traducción al español Darafshan Daniela Anda

 

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