Hazrat Inayat: Mi iniciación en el Sufismo pt II
En publicaciones anteriores de esta serie hemos visto cómo se despertó en el joven Inayat el interés por el sufismo, y cómo comenzó su búsqueda de un maestro. Aquí vemos el encuentro predestinado con su murshid, un momento que cambió completamente su vida.
Esta experiencia con diferentes Murshids me preparó para el maestro ideal, y después de seis meses de continua búsqueda, visité por casualidad a un viejo y venerado conocido, Maulana Khairulmubin, a quien confié mi deseo de abrazar el Sufismo.
Mientras reflexionaba sobre el asunto, recibió repentinamente un mensaje telepático de que su amigo, un gran Murshid, estaba a punto de llegar. Inmediatamente preparó un asiento de honor, colocando cojines sobre él, y se dirigió a la puerta para darle la bienvenida.
Después de un momento de suspenso, entró el Pir-o-Murshid, trayendo consigo una gran sensación de luz. Mientras todos los presentes le saludaban, inclinándose en su humildad, me pareció de inmediato que le había visto antes, pero que no podía recordar dónde. Por fin, después de mirarlo con atención, recordé que su rostro era el que tan persistentemente me perseguía durante mi silencio. La prueba de eso se manifestó tan pronto como sus ojos se posaron en mí. Se dirigió a su anfitrión y le dijo: “Oh, Maulana, dime quién puede ser este joven. Atrae intensamente mi espíritu”.
Maulana Khairulmubin respondió: “Su santidad, este joven es un genio de la música, y desea enormemente someterse a su inspiradora guía’.
Entonces el Maestro sonrió y concedió la petición, iniciándome en el sufismo allí mismo.
El día es corto, el trabajo abundante, los trabajadores inactivos, la recompensa grande, y el amo de la casa anima a seguir adelante.
– Refrán hebreo
Muhammad Abu Hassim Madani pertenecía a una distinguida familia de Medina y era descendiente directo del Santo Profeta. Mi alegría por él era tan grande que encontró su expresión en la poesía y la música. Por fin había encontrado mi perla entre los hombres, mi guía, mi tesoro y faro de esperanza. Compuse una canción y se la canté, y estoy seguro de que esto me ha traído todo mi éxito, y me ayudará en mi vida futura.
Y esta fue mi canción:
Tú eres mi salvación y mia es la libertad,
Yo no soy; ¡me derrito como una perla en el vino dulce!
Mi corazón, mi alma y mi ser, no sólo eso, todo esto es tuyo;
Oh, Señor, ¡no tengo más que ofrecer!
Bebo del néctar de la verdad divina,
como Moisés tu palabra, como Yusuf brillan
los que andan por tus caminos; y Cristo es tu signo:
¡Tú elevas a la vida eterna!
Tú eres como Mahoma para aquellos que se quejan,
¡Mi espíritu está purificado como el oro de una mina!
Sólo sé que mi corazón late con el tuyo,
¡y goza de una libertad sin límites!
Mi Murshid apreció enormemente este arrebato de amor de mi parte, y profundamente emocionado exclamó: “¡Que seas bendito con la Luz divina e ilumines a los amados de Alá!
Continuará…
Traducido por Inam Anda