Hazrat Inayat: Poesía Sufi, parte II
Hazrat Inayat Khan continuó el tema, iniciado en la primera entrega, de la relación entre poesía y profecía.
Las escrituras sagradas de todas las épocas, ya sean de los hindúes o de los parsis, de la raza de Beni Israel o de otras, fueron todas dadas en poesía o en prosa poética. Ninguna persona espiritual, por grande que sea, por piadosa y espiritualmente avanzada que sea, ha podido jamás dar una escritura al mundo a menos que fuera bendecida con el don de la poesía.
Cabe preguntarse si esto sería posible hoy en día, cuando los sentimientos ocupan un segundo plano en la vida y la gente desea que todo se exprese con sencillez, “en seco y sin rodeos”, como suele decirse. Se han acostumbrado a que todo, especialmente en la ciencia, se explique con palabras claras. Hay que entender que los hechos sobre los nombres y las formas de este mundo pueden explicarse científicamente con palabras claras, pero cuando se desea interpretar la sensación que se tiene al contemplar la vida, no puede explicarse más que de la forma en que lo hicieron los profetas en la poesía. Nadie ha explicado ni podrá explicar nunca la verdad con palabras. El lenguaje sólo existe para la comodidad de los asuntos cotidianos. Los sentimientos más profundos no pueden explicarse con palabras. El mensaje que los profetas han dado al mundo en diferentes épocas es una interpretación con sus propias palabras de la idea de la vida que han recibido.
La inspiración comienza en la poesía y culmina en la profecía. Uno puede imaginarse al poeta como un alma que, por así decirlo, se ha levantado de su tumba y empieza a hacer movimientos agraciados. Sin embargo, cuando esa misma alma comienza a moverse y a danzar en todas direcciones y a tocar el cielo y la tierra en su danza, expresando toda la belleza que ve, eso es profecía. El poeta, cuando está desarrollado, lee la mente del universo, aunque muy a menudo el propio poeta no conoce el verdadero significado de lo que ha dicho. Muy a menudo, uno se encuentra con que un poeta ha dicho algo, y después de muchos años llega un momento en que se da cuenta del verdadero significado de lo que ha dicho. Esto demuestra que detrás de todas estas actividades diferentes, el espíritu divino está oculto, y el espíritu divino a menudo se manifiesta a través de un individuo sin que éste se dé cuenta de que es divino.
En Oriente, al profeta se le llama Payghambar, que significa “El Mensajero”. Es el que lleva la palabra de alguien a otra persona. En realidad, cada individuo de este mundo es el medio de un impulso que se oculta tras él, y ese impulso lo emite, la mayoría de las veces sin saberlo. Esto no sólo ocurre con los seres vivos, sino también con los objetos. Cada objeto tiene su propósito; y al cumplir su propósito, el objeto está cumpliendo el esquema de la naturaleza. Por lo tanto, cualquiera que sea la línea o actividad de un hombre, ya sea en los negocios, la ciencia, la música, el arte o la poesía, él es un medio de alguna manera. Hay medios de los seres vivos y hay medios de los que pasaron al otro lado. Hay medios que representan a su país, a su nación y a su raza. Cada individuo actúa, a su manera, como un medio.
Cuando el profeta o el poeta se sumergen en sí mismos, tocan esa perfección que es la fuente y la meta de todos los seres. Como un cable eléctrico conectado a una batería recibe la fuerza o energía de ésta, así el poeta que ha tocado lo más profundo de su ser ha tocado al Dios perfecto. De ahí obtiene la sabiduría, la belleza y el poder que pertenecen al Ser perfecto de Dios.
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.