Hazrat Inayat : The aim of life pt III (Spanish version)

Hazrat Inayat: El sentido de la vida parte III 

Continuando con su explicación del objetivo de la vida, Hazrat Inayat Khan señala ahora que, cada persona tiene su propio acertijo que resolver, de acuerdo con su propio temperamento y que no debemos caer en el error de juzgar si otra persona se ha extraviado. Característico de su amplia visión, utiliza términos Sánscritos de la filosofía hindú para describir cuatro formas generales en las que la gente busca el objetivo. La publicación anterior de la serie se puede encontrar aquí. 

La vida en sí misma dirige al hombre hacia su objetivo, y es culpa del hombre cuando no puede darse cuenta del objetivo de su vida. Es una confusión que surge en el despertar del alma después de que el hombre nace en esta tierra, al ver el mundo de la variedad. Se desconcierta y no puede orientarse con certeza hacia una dirección particular, y pensar que ese es el camino correcto para su viaje. Por lo tanto, desde la juventud hasta la vejez, muy a menudo, el hombre se mantiene en este rompecabezas. A veces piensa que el camino espiritual es su camino, a veces que el camino comercial es su camino, a veces el político – a veces uno, a veces otro. Pero al mismo tiempo, esto no es culpa de la vida o de ese espíritu guía que está constantemente guiando. En realidad, en la cuna y desde niño al hombre se le comienza a mostrar su camino en la vida; el camino se muestra en la niñez. La confusión surge a medida que el hombre crece, al sentirse atraído por diversas cosas de la vida, y entonces no sabe qué es qué, qué está bien, qué está mal. 

Sin duda, la primera impresión que da el mundo es la impresión de falsedad. El niño abre sus ojos en la verdad, y la primera impresión es la de la falsedad. Eso lo confunde, y comienza a tomar el camino de negar incluso lo que es correcto, y va en contra de toda verdad religiosa. Esta es la sublevación no de una persona, sino de miles y millones. El niño niega, porque la primera impresión es la de la falsedad. Crece en ella y no sabe lo que está bien y lo que está mal, y a veces esta confusión dura hasta el final de la vida.  

Sobre este tema, de distinguir lo que es el objeto de la vida de una persona, Sadi tiene un verso muy instructivo: “Toda alma que viene a la tierra llega con una luz ya encendida en él para su trabajo en la tierra”, y si no lo sabe, es culpa del mundo que le rodea, no de la naturaleza y el espíritu. 

Si investigas la mayor y peor tragedia de la vida, verás que no hay mayor tragedia que ésta. Toda la felicidad, toda la riqueza, todo lo que este mundo puede dar, no es nada. El alma se esfuerza constantemente por encontrar su camino, y cuando el alma encuentra su camino cerrado, todo lo que el mundo puede ofrecer es nada. Todo esto nos da una ilusión: el poder, la posesión – pensamos que la persona que posea esto es bendecida. Pero nada de lo que el mundo puede ofrecer es suficiente. Lo que realmente basta es la bendición del Cielo, esa luz por la que el hombre comienza a ver su camino en la vida. 

Antes de juzgar la actitud de otra persona, debemos detenernos y pensar qué derecho tenemos de juzgar si va por el camino correcto o por el equivocado. Sólo podemos juzgarnos a nosotros mismos si vamos por el camino correcto o por el equivocado, cuando podemos ver nuestro propio camino ante nosotros. Tal como Jesucristo ha dicho, “No juzgues”. Según las ideas de los hindúes, hay cuatro objetos aparentes hacia los que el hombre generalmente se siente atraído, sintiendo que este es su camino: Dharma, Ardha, Karma, Moksha. 

1) Dharma, deber. Una persona a veces da toda su vida y todo lo que tiene por alguien que ama, un hermano, una hermana, madre, padre, hijo o hija, un profeta, maestro, inspirador, alguien hacia quien considera que tiene un deber. Por la nación, en la guerra, da su vida; que considera su virtud. Tal vez el mismo camino sea un camino correcto, deseable, bueno y virtuoso para uno, para otro el mismo camino es un error. Pero, ¿alguien tiene derecho a llamar equivocado el camino de otro? Por muy evolucionado que pueda ser un hombre, ¿tiene derecho a juzgar el camino de otro? No puede tener el derecho de hacerlo, porque cada uno tiene que resolver su propio enigma en la vida. 

2) Ardha, la tierra, todo lo que la tierra puede ofrecer, riqueza, posesiones, posición o poder, todo lo que el mundo puede dar; una persona trabaja para ello, se esfuerza por ello. Piensa: “Este es el camino amplio, el camino práctico, el otro no conoce el camino sabio, el camino correcto!”. Y si podemos ver el otro lado, las mayores caridades vienen de aquellos que han trabajado en este camino y luego han dado. ¿Cómo puede uno juzgar y decir que no es el camino correcto? Tal vez ese camino, por el cual se ha llegado a esa posición o riqueza desde la que está a cargo de la generalidad de la humanidad, no puede llamarse equivocado. 

3) Karma, el camino de la felicidad, la comodidad, el placer. Una persona que busca la felicidad, el placer, la comodidad, muy a menudo piensa en los demás, porque tal persona por lo menos entiende sobre los deseos de los demás. Quien duerme en el bosque sobre piedras no sabe lo que el mundo quiere, pero la persona que busca la felicidad puede compartir su felicidad con los demás. Una persona que se está torturando a sí misma no puede compartir la felicidad con otros, porque se está torturando a sí misma. Si podemos ver desde este punto de vista, la tolerancia y el perdón surgirán en nosotros hacia todos. 

4) Moksha, aquello hacia lo que todas las personas religiosas y piadosas se dirigen. Se esfuerzan por obtener alguna recompensa, alguna felicidad en una vida futura. Piensan, “Si la vida en este mundo es desalentadora, si nuestra devoción, nuestro servicio no puede ser de utilidad aquí, en el más allá habrá una recompensa.” A cualquier religión, a cualquier fe que pertenezcan, mientras se mantengan en su camino, sin duda están logrando algo, tal vez más que la persona que está esperando una recompensa mañana. Piensa en la paciencia que tienen y en las buenas acciones que hacen. Y mientras que una persona que hace el bien y espera una recompensa aquí puede dejar el buen camino, por el contrario, el que espera una recompensa en el más allá sigue su camino. 

Las palabras de Cristo, “No juzgues”, vienen a ayudarnos a indagar en la profundidad de este problema. Cuanto más comprensión tenemos, más vemos que los caminos están de acuerdo con los temperamentos. Uno va por un camino, otro por otro, pero todos van hacia una meta. La meta no es diferente, el camino es diferente. Y esas disputas y peleas entre personas de diferentes religiones, cada una diciendo, “Mi camino es el correcto”, ¿cómo puede ser eso correcto, cómo puede ser esa la idea de Cristo? Tan pronto como hemos juzgado a una persona, hemos roto no sólo la enseñanza, sino la vida de Cristo. No sólo la enseñó, sino que la vivió. Personas con todo tipo de faltas fueron llevadas a él, a todos les mostró tolerancia y perdón. Dijo, “No me llames bueno”. 

Continuará… 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J. 

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