Hazrat Inayat : The Divinity of Art pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat: La Divinidad del Arte parte I 

En la primera entrega de esta serie, Hazrat Inayat Khan nos dirige a la infinita belleza expresada por el Creador en el arte de la naturaleza. 

Las personas que pertenecen a diferentes fes muy a menudo cometen el error de considerar el arte como algo fuera de la religión. El hecho es que toda la creación es el arte del Creador, y uno ve la perfección de Su arte en el hombre divino. Esto muestra que la fuente de toda la creación tiene el espíritu del arte en lo más profundo. En todas las épocas el hombre ha desarrollado su facultad artística, y ha tratado de progresar en el arte, pero al final, ¿a dónde llega? Permanece lejos de tocar ya sea la belleza de la naturaleza o el arte de la creación. El arte del hombre siempre falla en igualar el arte de Dios. 

Esto demuestra que la fuente de toda alma es el espíritu del arte, y el arte es espíritu, que todo lo que ha salido de ese espíritu se ha manifestado en forma de arte. Cuanto más se observe la naturaleza, los cielos, la belleza de las estrellas y los planetas, de las nubes, y el sol, su salida y cuando el sol se oculta y cuando está en el cenit, la creciente y la menguante de la luna, los diferentes matices de color que podemos ver en el cielo, más se maravillará el hombre del arte que hay detrás de todo ello. 

Cuando uno está a solas con la naturaleza, cerca del mar, en la orilla del río, entre las montañas, en el bosque, en una zona silvestre, le invade un sentimiento que nunca se siente entre una multitud, ni siquiera si uno estuviera en la multitud durante años. En un momento nace un sentimiento, en cuanto uno se encuentra cara a cara con el verdadero arte de Dios. Entonces parece como si el alma hubiera visto algo que siempre ha admirado y venerado. El alma comienza ahora a reconocer a Aquel a quien siempre ha adorado silenciosamente, y ahora la presencia de ese poderoso Creador, ese Artista, se hace realidad al ver Su arte. Muchos experimentan esto, pero pocos lo expresan. Nadie puede regresar de tal experiencia sin una profunda impresión, sin que algo haya sido despertado a la conciencia al haber visto el arte divino. 

Esto demuestra que esta creación, esta manifestación que tenemos ante nosotros, no ha sido hecha mecánicamente, no ha sido creada a ciegas o inconscientemente, sino que, como dice un gran poeta de Persia, Sadi: “Cuanto más se mira la naturaleza, más se empieza a sentir que hay una perfección de sabiduría, una habilidad perfecta, detrás de ella, que la ha hecho, y que la humanidad tardará incontables años en imitar ese arte. De hecho, la humanidad nunca será capaz de alcanzarlo perfectamente”. 

Quien estudie el reino de las flores, de los vegetales, de los minerales, de los pájaros, de los insectos, de los gérmenes y de los gusanos, de los animales y sus formas y colores, y la belleza que cada forma sugiere, reconocerá sin duda, como lo hicieron los profetas de antaño, que el mundo ha sido creado por el Espíritu, ese Espíritu divino que lo ha creado con los ojos bien abiertos; y mostrando una sabiduría perfecta detrás de él, y una habilidad perfecta en él, y un sentido de la belleza tan perfecto que el hombre será siempre incapaz de alcanzarlo. Pero ahora viene la pregunta: “¿Qué es el hombre?”. El hombre es la miniatura de Dios, y el hombre ha heredado como herencia divina la tendencia al arte. 

Por lo tanto, cualquier hombre con inteligencia y con sentimientos tiernos, lo que hace que una persona sea un hombre normal, debe admitir la belleza del arte. Ha nacido con esa tendencia. Un niño nace con el amor al arte, como lo demuestra el hecho de que el infante se sienta atraído por los juguetes y los colores hermosos. Las líneas le atraen. Y lo primero que le empieza a gustar o a desear es el color y el movimiento. Esta es la época de su vida en la que se deja impresionar por las cosas artísticas. Cuando una persona pierde su sentido del arte, es como cuando el corazón se ha vuelto ciego. Ya no puede ver el arte debido a las nubes de todo tipo de fealdad e indeseabilidad, y todo lo que no le gusta mirar. Todas esas cosas e impresiones cubren su corazón y su alma, y lo hacen, por así decirlo, ciego a la belleza, ciego al arte. Pero esta no es la condición normal. El estado normal de una mente sana en un cuerpo sano con un sentimiento tierno es el amor a la belleza, es admirar el arte.  

Continuará… 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J. 

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