Hazrat Inayat : The Divinity of Art pt II (Spanish version)

Hazrat Inayat: La divinidad del arte pt. II 

Continuando con este tema, Hazrat Inayat Khan explica la necesidad del arte y su papel como complemento de la naturaleza. La primera publicación de esta serie se encuentra acá. 

El ser humano, sin lugar a dudas, no lleva una vida natural. Es decir, su negocio, su profesión o su responsabilidad lo someten. Alguna labor o algún pensamiento sobre las necesidades del cuerpo, por el pan y la mantequilla o cualquier otra necesidad cotidiana, lo atrapan y absorben la totalidad de sus pensamientos, hasta que lo vuelven incapaz de descubrir la belleza, el goce y la felicidad de la vida. Por eso, como vemos hoy a nuestro alrededor, la vida se hace tan difícil y tan llena de ansiedad y problemas y responsabilidades. Desde la mañana hasta la tarde, el ser humano está cargado de responsabilidades y labores, día y noche. No tiene un solo momento para pensar sobre la belleza del arte. Y si el arte es el primer paso que lo conduce hacia la causa del arte, ¿cómo espera comprender o admirar al artista una persona que nunca haya admirado o comprendido la belleza del arte? 

De esta manera, Dios permanece irreconocible, no por una falla de Dios, sino por una falla del hombre. El Creador, en su papel de artista, ha creado su bello arte, que no está lejos de la vista humana. Pero el ser humano se encuentra absorto en pensamientos y ocupaciones que nada tienen que ver con aquel arte. Todo su tiempo, su pensamiento y su esfuerzo está consagrado a ocupaciones que nunca le dejan un solo momento para pensar en el arte, admirarla, entenderla y apreciarla. Entonces, naturalmente, se mantiene como si sus ojos estuvieran velados a la visión del Artista. El propósito real de la vida humana no era nacer para esforzarse por el pan y la mantequilla; el propósito real de la vida humana no era ser avaro, ni competir con su prójimo, ni odiarlo y ver al otro con prejuicio, ni usar todo su tiempo en una suerte de rivalidad espiritual y de competición en la cual no puede haber armonía, ni goce, ni paz. Con la avaricia, necesariamente siempre creciente, está la ausencia de esa belleza que el alma anhela constantemente. 

No sería exagerado decir que todas esas cosas desagradables que ocurren en este mundo (guerras, enfermedades y similares) vienen de la falta de actitud artística en la vida, la ausencia de un sentido de belleza, la carencia de aquella visión que une a toda la humanidad hacia un centro; ese centro que es Dios. Cuando el ser humano cierra sus ojos a la belleza, nunca pensará en encontrar la belleza, aunque esta constantemente se encuentre a su lado. Como dice Hadith, tras la belleza está Dios. “Dios es belleza y Él ama la belleza”. La tendencia natural al amor y la admiración de la belleza es una herencia divina; es algo espiritual que conduce hacia la espiritualidad. A través de esta inclinación cumplimos nuestro deber espiritual en la vida. Cuando esta tendencia se ha ido y solo nos queda una religión sin arte, entonces quizá la religión sea útil a una sociedad vacía de arte, pero se volverá una suerte de formalidad. Uno hace una cosa, uno hace la otra; se cumple con el trabajo de la semana, así que también se cumple con el deber del domingo. 

Con frecuencia, el ser humano separa naturaleza y arte. Considera la naturaleza diferente del arte; la una superior y la otra inferior. Pero en la realidad es el arte lo que, mediante la tendencia de herencia divina, cumple su papel a través del ser humano. Dios ha creado la naturaleza trabajando en ella con sus manos ocultas y muestra su arte en esa naturaleza. En el otro aspecto del arte, aquel que nosotros llamamos “arte”, Dios produce belleza a través de la mano y de la mente humana; así, culmina aquello que ha quedado pendiente de terminar y que aún no ha sido llevado a cabo en la naturaleza. Entonces, de una parte el arte es un paso más allá de la naturaleza, aunque comparado con la naturaleza el arte es tan limitado. La naturaleza es ilimitada. Pero, de otra parte, el arte es un perfeccionamiento de la naturaleza. 

Visto de manera metafísica, el espíritu artístico de Dios se ve satisfecho al cumplir su tendencia artística mediante el arte humano. En consecuencia, quien considera el arte desde una perspectiva más elevada reconoce el impulso artístico, no solo como un impulso humano, no solo como un trabajo del cerebro, sino como un verdadero impulso artístico, como una inspiración en sí misma. ¿Pero qué se necesita para preparar la mente al impulso artístico? ¿Se requiere algún tipo de aprendizaje o de estudio? ¿Se debe primero hacer algún estudio preliminar? No. Se requiere sintonización, dirigirnos hacia un objeto ante cuya belleza el corazón humano pueda responder, una belleza que el corazón pueda apreciar. Cuando el corazón consigue concentrarse en la belleza, entonces esta trabaja hasta cierto punto, pues la inspiración no es algo que uno pueda traer como si tirara de una soga. La inspiración es una cosa que solo llega cuando el corazón está sintonizado con ese objeto, cuando está en una posición adecuada para recibirlo. Entonces, los artistas inspirados han recibido un don divino y el espíritu del arte es uno solo, aunque las artes sean muchas. Cuando el corazón se sintoniza con el tono apropiado, no solo es capaz de producir o apreciar un tipo de arte y de belleza, sino todos los tipos. 

Continuará… 

Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.