Hazrat Inayat: La Vida Interior, parte VIII 

En esta entrega de nuestra extensa serie, Hazrat Inayat Khan da una muy clara explicación del significado del término “vida interior”. La publicación anterior de la serie está aquí. 

El significado exacto de la vida interior no es sólo vivir en el cuerpo, sino también vivir en el corazón, vivir en el alma. ¿Por qué, entonces, el hombre común no vive una vida interior cuando él también tiene un corazón y un alma? Es porque tiene un corazón, y sin embargo no es consciente de él; tiene un alma, y no sabe lo que es. Cuando vive en el cautiverio del cuerpo, limitado por ese cuerpo, sólo puede sentir una cosa al tocarla, sólo ve al mirar a través de sus ojos, sólo oye al oír con sus oídos. ¿Cuánto pueden oír los oídos y ver los ojos? Toda esta experiencia obtenida por los sentidos externos es limitada. Cuando el hombre vive en esta limitación no sabe que existe otra parte de su ser, que es mucho más elevada, más maravillosa, más viva y más exaltada. Una vez que comienza a conocer esto, entonces el cuerpo se convierte en su herramienta, pues vive en su corazón. Y más tarde pasa a vivir en su alma. Experimenta la vida independientemente de su cuerpo; y eso se llama la vida interior. Una vez que el hombre ha experimentado la vida interior, el miedo a la muerte ha expirado; porque sabe que la muerte llega al cuerpo, no a su ser interior. Cuando empieza a darse cuenta de la vida en su corazón y en su alma, entonces considera su cuerpo como un abrigo. Si el abrigo es viejo, lo guarda y toma uno nuevo, porque su ser no depende de su abrigo. El miedo a la muerte dura sólo mientras el hombre no haya comprendido que su verdadero ser no depende de su cuerpo. 

La alegría, por tanto, de quien experimenta la vida interior es, sin comparación, mayor que la del hombre promedio que sólo vive como cautivo en su cuerpo mortal. Sin embargo, la vida interior no requiere que el hombre adopte una determinada manera de vivir, ni que lleve una vida ascética o religiosa. Cualquiera que sea su ocupación exterior, no importa; el hombre que vive la vida interior la vive a través de todo. El hombre siempre busca una persona espiritual en una persona religiosa, o tal vez en lo que él llama una buena persona, o en alguien con una mente filosófica, pero ese no es necesariamente el caso. Una persona puede ser religiosa, incluso filosófica, puede ser religiosa o buena, y sin embargo puede no vivir la vida interior. 

No hay ninguna apariencia externa distinta que pueda demostrar que una persona está viviendo la vida interior, excepto una cosa. Cuando un niño crece hacia la juventud, se puede ver en la expresión de ese niño una luz que resplandece, una cierta conciencia nueva que surge, llega un nuevo conocimiento que el niño no ha conocido antes. Ese es el signo de la juventud, pero el niño no lo dice; no puede decirlo, aunque quisiera, no puede explicarlo. Y sin embargo, se puede ver en cada movimiento que hace el niño; en cada una de sus expresiones, se puede encontrar que está dándose cuenta de la vida ahora. Y lo mismo ocurre con el alma. Cuando el alma comienza a darse cuenta de la vida por encima y más allá de esta vida, comienza a mostrarse; y aunque el hombre que se da cuenta de esto puede abstenerse de mostrarlo a propósito, sin embargo, de su expresión, su movimiento, su mirada, su voz, de cada acción y de cada actitud, el sabio puede captar y los demás pueden sentir que es consciente de algún misterio. 

La vida interior es un nacimiento del alma; como dijo Cristo, a menos que el alma nazca de nuevo no puede entrar en el reino de los cielos. Por lo tanto, el descubrimiento de la vida interior es entrar en el reino de los cielos; y esta conciencia, cuando llega al ser humano, se muestra como un nuevo nacimiento, y con este nuevo nacimiento viene la seguridad de la vida eterna. 

Continuará… 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.