Hazrat Inayat : Masters of Our Destiny pt VIII (Spanish version)

Hazrat Inayat : Los Maestros de Nuestro Destino pt. VIII 

Hazrat Inayat Khan continúa con su relato sobre las esferas a través de las cuales el alma pasa durante su viaje a la manifestación y durante su regreso, y proporciona una explicación de lo que a veces se percibe como la reencarnación. La publicación anterior de la serie está aquí. 

Cabe preguntarse hasta qué punto el mundo de los genios (jinn) y el mundo angelical ocupan espacio en nuestro mundo y lo impregnan. Pero, ¿qué es el espacio? El espacio es aquello que da cabida. La mente también es un espacio, un espacio que es más amplio que el mundo. Nuestro ojo también es un espacio. Y como “la mente” no significa el cerebro, el espacio de los ojos de nuestro cuerpo no es el único espacio. Detrás de él hay otro espacio que está conectado con él. Y cuando esta idea se vuelve clara para el hombre, que hay otro espacio, diferente de este espacio exterior que ya alberga tanto, entonces la visión de los cielos se abre ante él. Cuando le preguntaron a un filósofo chino cómo era el alma, respondió que era como la pupila del ojo. Quería decir que el alma es una espacio donde cabe todo, como la pupila del ojo, que es tan pequeña y, sin embargo, acomoda tanto. 

Y piensa en el corazón. Si hubiera mil universos, en él cabrían todos, es tan grande. Como dijo el antiguo Nizam de Hyderabad, que fue un místico: ‘¿Qué es el universo y todo el cosmos? Si las puertas del corazón están abiertas, el corazón resulta ser más grande que todo el cosmos’. Lo poco que se puede entender de esto lo muestra el signo de la cruz: hay un espacio horizontal y hay otro tipo de espacio, que se lo puede imaginar como una línea perpendicular. Para explicar este último espacio, los místicos y videntes han utilizado la palabra “dentro”, y para explicar el espacio del mundo han utilizado la palabra “fuera”. 

Las entidades o almas que emergen del Espíritu hacia estas tres esferas tienen en cada una de ellas la experiencia de encontrarse con aquellas almas que regresan de la manifestación. Es como una persona que va de los Estados Unidos al Lejano Oriente y otra que va del Lejano Oriente a los Estados Unidos, y ambas se encuentran en Europa. Se dan mutuamente lo que tienen. El que viene del Espíritu da magnetismo, electricidad, inteligencia, libertad y frescura, amor y vida. Y el que regresa da experiencia, conocimiento, impresión, expresión, deseos, anhelos, pensamientos sobre la maldad y la bondad de la tierra, todo lo que ha aprendido y ganado y hecho y quiere lograr. Todas estas cosas se intercambian. Es como la forma en que un hombre puede ir de Europa a Estados Unidos con una carta de recomendación que lo llevaría a la mejor sociedad, y otro a quien no le han dado ninguna carta de recomendación, podría ir donde la gente equivocada. 
 
Así, el alma llega a la tierra ya preparada durante el viaje a través de estas dos esferas. Ahora bien, supongamos, por ejemplo, que el alma de Shakespeare, que regresa de la manifestación, se encuentra en el mundo de los genios (jinn) con otra alma procedente del Espíritu interior, y que le transmite toda su experiencia, sus cualidades y sus conocimientos a esta alma que viene a la Tierra. Entonces esta alma nacería con las mismas cualidades que Shakespeare, con la tendencia a escribir poesía y con muchos de los conocimientos que Shakespeare expresó en sus obras. Según los hindúes, esta persona podría llamarse la reencarnación de Shakespeare. Pero uno podría pensar: “¿Qué le ha sucedido al propio Shakespeare; no es Shakespeare quien ha vuelto en esta persona?”. Sí, pero lo que conocemos de Shakespeare es su mente y su cuerpo. El alma de Shakespeare era un rayo divino. No tenía ninguna peculiaridad que pudiera servir como prueba de que era Shakespeare. El Shakespeare que había en él era exteriormente su cuerpo físico, e interiormente su mente. Esa mente se imprimió en un alma que vino a la tierra con la herencia ya recibida de Shakespeare. Y para que Shakespeare siguiera adelante hacia el Espíritu interior era necesario despojarse de esa vestidura. Por lo tanto, la mente de Shakespeare era una prenda prestada del plano de los genios (jinn). Esa prenda se la pudo haber dado a otro. Así que si dices: “¿Qué pasa con Shakespeare?”, la primera pregunta realmente es: ¿quién era Shakespeare? Porque no es el alma, es el vestido que ha vuelto, renovado. La diferencia es sólo de palabras. En su sentido más profundo no hay diferencia. 

Continuará… 

Traducido por Yaqin Anda  

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