Hazrat Inayat: El significado de la fe pt II
En la primera entrega, Hazrat Inayat Khan analiza diferentes formas de creencia, como la creencia que sigue la multitud y la creencia basada en la razón.
Pero hay una cuarta forma de creencia, que es la única que puede llamarse realmente creencia, una creencia que ni siquiera depende de la razón, una creencia que es natural; uno no puede evitar tenerla. Nada puede arrancarla, ningún argumento, ningún razonamiento, ningún estudio, ninguna práctica, nada puede quitárnosla, porque es una creencia natural. Eso es lo que es la fe. Una persona que no ha alcanzado esta creencia está todavía en el camino, y no puede decir que tiene fe.
La fe es una virtud tan grande. Incluso en la vida cotidiana no se puede valorar lo suficiente a un compañero, un pariente, un sirviente o un amigo que sea leal. No hay precio para ello, está más allá de cualquier precio tener a alguien que es leal, alguien en quien uno puede tener confianza, en quien uno puede confiar con los ojos cerrados, de quien uno puede decir que está seguro de que nunca cambiará su afecto, su amor, su bondad, su sentimiento correcto. Si uno tiene a alguien así debe estar muy agradecido, pues es más precioso que cualquier tesoro mundano.
Si tuviera que describir el significado de la fe, diría que la fe significa confianza en uno mismo. El secreto de la fe es que puede usarse como medicina y mejor que la medicina, como riqueza y mayor que la riqueza; puede ser religión y mayor que la religión, felicidad y mayor que la felicidad. Porque nada puede comprar o vender la fe. Si hay algo que pueda llamarse la Gracia de Dios es la fe y la confianza en sí mismo. Es algo que no se puede enseñar ni desarrollar; debe estar en uno, y sólo se puede fortalecer amándola, disfrutándola. Se desarrolla por sí misma. Si una persona viene y me dice: “Creo tanto en usted que creeré cualquier cosa que diga, pero no creo en mí mismo”, le diré: “Gracias, yo tampoco creeré en ti. Será mejor que creas primero en ti mismo; entonces podré confiar en ti”. ¿Qué clase de creencia es ésta? Si un hombre no cree en sí mismo, dirá un día: “Creo en ti”, y al día siguiente: “No creo en ti”. Además, la fe es inspiradora, la fe hace que un hombre sea valiente, decidido, exitoso, y la fe hace que la vida sea maravillosa.
La fe puede observarse en cinco aspectos diferentes: fe en los propios impulsos, fe en la propia razón, fe en el propio principio, fe en el propio ideal y fe en Dios.
Es el temperamento místico el que hace que una persona tenga fe en sus impulsos. Cuando un místico piensa: “Debo ir al Norte”, va allí. No se pregunta por qué; acepta el impulso divino, y va hacia el Norte para encontrarse con lo que sea. Si surge un impulso para hacer este negocio, para entrar en esta profesión, lograr esto o aquello, y una persona lo hace, hay algo maravilloso en eso. Colón es un ejemplo. Tuvo el impulso de ir a buscar la India, y efectivamente encontró un continente. La forma externa del impulso era errónea, pero la interna era correcta.
Los místicos de todas las épocas han creído en esto. No pueden evitarlo; es el temperamento místico. Si mil personas dicen: “No, no es correcto”, luego dicen.” Sí, es correcto, debo hacerlo’. No es necesario que todo el mundo se convierta en místico para tener estos impulsos y escucharlos. Escuchar los impulsos es una cuestión de temperamento. Puede haber un hombre que lo tenga y otro, tal vez un hombre muy intelectual, que piense: “¿Está bien o está mal? ¿Lo hago o no lo hago?”. Y el tiempo pasa y la oportunidad se pierde. De cien personas sólo una seguirá su impulso, y noventa y nueve esperarán a ver si algo es correcto o incorrecto, ligero o pesado.
Continuará…
Traducido por Inam Anda