Hazrat Inayat : El significado de la fe pt III
En la publicación anterior de esta serie, Hazrat Inayat Khan comienza a hablar de cinco aspectos de la fe, el primero de los cuales nos dice que es la fe en nuestros propios impulsos.
El segundo aspecto es la fe en la razón. El éxito de grandes inventores como Edison depende de la fe en la razón. Si no hubieran tenido esta fe no habrían podido crear con éxito, pero al tenerla hicieron inventos maravillosos.
El tercer aspecto de la fe es la fe en los propios principios. El principio lo hace a uno fuerte, solo si uno tiene fe en él. Hay una historia del joven Profeta, que estaba cuidando las vacas en una granja. Cuando llegaron unos jóvenes de su edad y le dijeron: “¡Mahoma, ven, vamos a la ciudad a divertirnos! Mahoma respondió: ‘No, yo cuidaré de sus vacas y ustedes vayan y diviértanse , yo no dejaré mis vacas’.
Con este principio comenzó el Profeta; y finalmente el mismo principio lo convirtió en lo que era, de modo que miles y millones de personas durante catorce siglos han sostenido el nombre del Profeta como su fuerza y poder.
Y luego está la fe en el ideal. Aquellos que tenían un ideal elevado para el bienestar de su nación, o de su raza, de la humanidad, estimaron sus vidas de manera irrelevante. Dar su vida no era nada para ellos; su ideal era siempre mayor. No todos los hombres tienen fe en su ideal, pero éste da gran poder y elevación, y eleva al hombre de la tierra al cielo.
Por último, está la fe en Dios. La gente puede decir: “¿No es imaginación tener fe en Dios?” Pero quien realmente tiene fe en Dios puede hacer milagros. Alguien le dijo a un brahmán: “¡Qué tonto, oh brahmán, es adorar a un ídolo llamándolo Dios!” El brahmán respondió: “Si no tienes fe y adoras al Dios que está en el cielo, no te escuchará. Pero si tengo fe, haré que este Dios de piedra me hable”.
Un predicador dijo una vez a su audiencia: ‘Cuando pronuncias el Nombre de Dios con verdadera fe puedes caminar sobre las aguas’. Había un granjero allí que se alegró mucho al escuchar esto. Se fue a casa reflexionando sobre ello. Al día siguiente fue a ver al predicador y le dijo: ‘No pude entender todos los dogmas y la moral que usted predicó, pero una cosa me impresionó mucho. ¿Me haría usted el gran honor de cenar conmigo? El predicador aceptó, y el granjero dijo que iría a buscarlo al día siguiente. Así lo hizo, y en el camino llegaron a un río que debían cruzar. El predicador le dijo: “¿Dónde está la barca? El granjero respondió: ‘¿Barca? Tú me enseñaste que si pronunciábamos el nombre de Dios podíamos caminar sobre las aguas. Por eso no tomé mi barca, sino que caminé sobre el agua, como tú dijiste’. El predicador tenía mucho miedo de tener que caminar también sobre el agua, pues nunca lo había intentado. Dijo: “¿Quieres hacerlo, por favor? Y el granjero lo hizo, pero el predicador no pudo.
Así es el fenómeno de la fe. Podemos decir: “Tenemos tanto que hacer, tanto que pensar”. Pero tener fe está más allá de todo esto; es algo que las palabras no pueden explicar, algo que brota del corazón y que eleva al hombre, elevándolo de la tierra al cielo.
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui