Hazrat Inayat: El camino de iniciación.
Me gustaría decirles unas pocas palabras a mis murids sobre el tema del camino de iniciación. La escuela esotérica del Movimiento Sufi es el factor más importante, aunque no es la actividad más importante porque esta escuela tiene que ver con unos pocos, no con la multitud. La escuela esotérica no es para todos, nunca será para todos; es solo para pocos.
A menudo, las personas me preguntan por qué los sufís de épocas pasadas no trataron de propagar el sufismo. Siempre he respondido que solo hay un factor del sufismo que ha existido durante mucho tiempo, y este ha sido la escuela interior, que en todas las épocas se mantuvo exclusiva y siempre se mantendrá del mismo modo. La propaganda no es para la escuela interior, es para el mejoramiento de la humanidad, es para el mensaje de hermandad, no para la escuela interior. La escuela interior es para los pocos que buscan la verdad con sinceridad, constantemente y con paciencia, que están despiertos a la voz de la verdad y tendrán paciencia a lo largo de todo el viaje. La escuela interior no es algo que el hombre sigue, una forma, un dogma, o una creencia. Le escuela interior no tiene un dogma, ni una creencia; el trabajo de la escuela interior es afinar el alma, levantar al individuo del plano en el que está, elevar el alma. Es una escuela donde uno aprende a conocerse a si mismo, donde uno llega a entender la vida. Es como la imagen presentada en un diwan* de poesía: una vez un león estaba merodeando por el bosque y encontró un cachorro de león entre las ovejas. Le dio una gran sorpresa cuando le dijo, “Cachorro de león”; pero el cachorro huyó con las ovejas. El león le siguió y cuando se le acercó, el cachorro estaba muy asustado. “¿Por qué?” dijo el león, “tú también eres un león”. “No, no”, fue la respuesta, “soy una oveja, no soy un león, estoy asustado, estoy temblando”. Pero el león dijo: “No dejaré que te quedes entre las ovejas, tú eres un león”. El cachorro estaba muy muy asustado pero siguió al león. Llegaron cerca de un arroyo, el sol brillaba y el agua estaba tranquila. El león le dijo: “Mientras tomas agua, mira tu reflejo y mírame a mí”. Y el cachorro vio por sí mismo: “Soy igual que este león. ¿Por qué corro con las ovejas? Dejaré que las ovejas se vayan y haré las labores de un león”.
La iniciación es como el llamado del león.
Ese es el trabajo de la escuela interior. La iniciación, lo que el Murshid da al murid es como el llamado del león. El arroyo es el corazón. Cuando en el corazón uno comienza a buscar, encuentra el ser cuyo secreto no conocía totalmente. Por tanto, sepan que no deben esperar nada de la iniciación, que no les da un nuevo poder, un gran poder o visiones. No, esta escuela no pretende dar cosas de ese tipo. Es una escuela de tradición de miles de años, a la que pertenecen santos y sabios cuyos nombres se encuentran en los manuscritos del pasado, cuyos nombres no son nombres imaginarios, cuyas vidas se pueden encontrar en la historia del pasado. Por lo tanto, sepan que detrás de nosotros hay una espina dorsal de tradición de maestros, profetas, hombres sabios y filósofos que han demostrado entender el secreto de la vida. No trabajamos para lograr éxito mundano; nuestro movimiento aspira a algo más grande. Debemos estar conscientes de la dignidad de la tradición detrás de nosotros. No pretenderemos estar de este lado o de ese lado; no trataremos de ser populares o atraer a las masas. No nos importa si somos pocos, si solo somos honestos en la tarea que tenemos delante. El éxito en esta escuela no pertenece al gran número, no depende de cosas mundanas, sino al del desarrollo de aquellos que pertenecen a ésta. Sabiendo esto, seremos conscientes de la dignidad del camino de iniciación en la escuela del Movimiento Sufi.
¿Cómo se puede observar esta dignidad? Primero cerrando la boca. Son los poco serios los que arrojan todo lo que se les da, que hablan de temas espirituales con cualquiera. Este no debería ser su comportamiento. Deben mostrar la herencia del león, manteniendo la boca cerrada en temas sagrados. Que no les importe si otro tiene una creencia diferente, una percepción diferente. El sufi está sobre las diferencias de opiniones. Todo el secreto de este camino es viajar con los labios cerrados. No discusión, no argumento, no hablar demasiado sobre el tema del alma que es demasiado sagrado para hablarlo con cualquiera. Además, si ustedes no están de acuerdo, si sienten desprecio por otras costumbres, otras maneras, esto muestra su limitación. Con tolerancia, con entendimiento, con perdón uno muestra que el corazón es suficientemente grande para asimilar todas las cosas. La mentalidad ordinaria respeta ciertas cosas y otras cosas no le gustan. Mientras más espiritual se llega a ser, más se asimila, más se comprende. Cuanto más elevada es la persona espiritualmente evolucionada, mayor es la buena voluntad, la disposición a perdonar. “Conocer todo es comprender todo”.
Uno podría preguntar: ¿Qué se aprende mediante la escuela de iniciación? ¿No hay principios? ¿Qué principio se tiene que adoptar? Y yo digo: Hay solo un principio y es la grandeza de tu corazón. Y ¿Quién lo juzgará? Tú mismo. Debes sopesar cada pensamiento, palabra o sentimiento, debes descubrir si es grande o pequeño, o si muestra falta de evolución, o imperfección.
Recuerda en que barco estás viajando – en el barco de la responsabilidad.
Mantén ante ti la dignidad de tu ideal.
La persona tiene un cuerpo terrenal pero un alma celestial. Su filiación terrenal es aparente; su verdadera filiación es la filiación de Dios. Mientras más aristocrático y noble, más consciente, más se manifiesta la expresión de lo divino. Entonces lo que quiera que uno piense o sienta o haga, expresa lo divino. Este es el principio correcto. No hay necesidad de que el Murshid les diga que es pequeño o grande. Tal como los ojos pueden discriminar, así el corazón puede discernir si lo que pensamos, decimos o hacemos es pequeño o grande. Una persona puede estar en un alto rango o posición, puede tener una gran riqueza; si su corazón es pequeño, es una persona pequeña. Lo que quiera que haga es pequeño. Otro puede estar libre de todo lo que pertenece a este mundo y, sin embargo, si su corazón es grande, él es grande. De esta forma, al luchar contra el ego, encontrarán nobleza, que es la herencia divina. Así la vida se volverá harmoniosa, una expresión de lo divino.
Además, hay otra cosa y es la meditación. Esto no significa orar el domingo, o cada noche, o cerrar los ojos por unos minutos. Ese es el comienzo. Eso no es lo que quiero decir. Sino que toda nuestra vida debemos estar en meditación, con todo lo que hacemos; ni un solo instante debería pasar sin esto. Así se cumple una tarea que es el único anhelo del alma: buscar la perfección. Recuerden en que barco están viajando – en el barco de la responsabilidad. Mantengan ante ustedes la dignidad del ideal. Y con fiel perseverancia, pueden estar seguros del resultado deseado, sin duda.
Dios les bendiga.
*Diwan = una colección de poemas de un autor, por lo general de pequeña extensión, a menudo para ser cantados y frecuentemente muy inspiradores.
Traducido por Inam Rodrigo Anda