Hazrat Inayat : The Sage in the East pt III (Spanish version)

Hazrat Inayat : El sabio en Oriente pt. III  

En la publicación anterior, Hazrat Inayat Khan describe el tremendo poder que se puede desarrollar en el camino del vairagya o la renuncia. Ahora describe el camino del Santo o de la persona santa.  

El otro tipo de sabio es el Santo. Él también crece a través de cuatro etapas, de las cuales la primera es Brahmacharya-shrama o la etapa de estudio. Utiliza el intelecto y aprende sobre la vida a través del estudio y la práctica. Este es un logro intelectual del conocimiento. De ahí pasa al Grihastha-shrama, el logro del conocimiento a través de la experiencia práctica de las responsabilidades de la vida: la responsabilidad por la esposa, el marido, los hijos, el hogar; la experiencia de vivir con los vecinos, con los enemigos; cumpliendo el deber con ellos en todos los sentidos. Todo esto es necesario antes de poder convertirse en un sabio.  

Luego está el Vanaprastha-shrama, en el que el aspirante va más allá de servir sólo a su familia. Su conciencia llega a darse cuenta de que todo lo que ha hecho por su familia hasta ahora lo ha hecho por sí mismo, por su mujer y sus hijos. Ahora debe vivir para los demás, para la gente de la ciudad, del país, de la raza; incluso debe hacer lo que pueda por el mundo entero. Este es el servicio de la humanidad, el camino del deber.  

Finalmente llega a Sanyasa-shrama, que es una vida de retiro y soledad. Esta es la vida de retiro. El hombre que ha vivido una vida de honestidad, virtud, bondad y servicio es reconocido como tal por su esposa e hijos, y ellos aprecian que ahora se le permita seguir la vida de su propia elección. Se dan cuenta de que es hora de que se retire. Debe entrar en Sanyasa-shrama; pero no lo hace a menos que su familia lo consienta.  

Antes de describir esta vida debo explicar por qué es necesaria. ¿Por qué no se debe estar siempre en el mundo? ¿Por qué la necesidad de retirarse al final de la vida? Este retiro es muy necesario. En primer lugar, el hombre ha entregado toda su vida, todo su tiempo, toda su energía, al estudio de las cosas del mundo; en segundo lugar, ha hecho todo esto en interés de su familia o quizás de muchas personas a su alrededor. Es justo que algún día tenga un descanso. Nosotros mismos nos sentimos justificados para descansar cuando llega el sábado, así que ¿por qué no debería tener su domingo después de haber trabajado toda su vida, una vida que no ha sido más que un conflicto continuo a cada momento, demostrando que es sabio y amable y gentil, verdadero, honesto y virtuoso a través de todo ello? Su paciencia y virtud han sido puestas a prueba a través de todas las tentaciones a las que estuvo expuesto, a través de todas las dificultades de la vida, los peligros, las humillaciones y las responsabilidades que tuvo que afrontar. Este hombre está seguramente justificado, al llegar a la cuarta etapa de la vida, en tener un poco de paz, sin más preocupaciones o responsabilidades de negocios o profesión o incluso de su familia. El mundo debería dejarle en paz para pensar y meditar y dejar que sus músculos, huesos, cuerpo y mente descansen. Todo esto es natural.  

Así que no se puede imaginar a nadie en Oriente, y especialmente en la India, que no anhele desde el momento de su nacimiento el día en que pueda convertirse en un sabio. Cualquiera que haya sido su ocupación, profesión, negocio, oficio o familia, habrá estado anhelando ese momento en que pueda convertirse por fin en un Vairagi, en que pueda deshacerse de la carga de responsabilidad que ha llevado a sus espaldas todos esos años. Ha anhelado el momento en que pueda entregarse a pensar en la verdad, teniendo ahora paz y descanso y la oportunidad de comunicarse con el Ser eterno. Todo el tiempo ha estado esperando que se le conceda su deseo de poder tener un descanso, con tiempo suficiente para pensar en Dios y vivir esa vida en la que uno llega a ser capaz de ser uno con Dios.  

Por muy buena y hermosa que sea la vida en el mundo, ¡qué cierto es que deja tan poco margen para entregarse al pensamiento de Dios y de la verdad! Los deberes cotidianos ocupan cada momento del tiempo de uno, y aun cuando sobra algo, las preocupaciones no tienen fin; y luego está la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y toda clase de otros problemas.  

Un hombre bueno debe tener más paciencia, ya que tiene que ceder cada vez más ante la gente; pero aunque tendrá sus problemas, un hombre malvado tendrá el doble, porque no sólo tiene los problemas que le llegan a una persona buena, sino también los problemas provocados por su propia maldad. La carga es doble.  

La reclusión, el silencio, la reflexión, la meditación, la dulzura, todo ello hace que el ritmo de vida sea el adecuado para recibir la inspiración, la revelación y la comunión, la unión con Dios. Tal vez te hayas dado cuenta de cómo varían las cosas en los distintos días. Algunos días estás muy ocupado, entusiasmado con tu trabajo, y en esos días no te sentirás espiritual o religiosamente inclinado porque todo lo que haces exige energía; mientras que otros días te sientes muy diferente, más religioso, más deseoso de buscar la verdad. Los problemas y las preocupaciones del mundo no te molestan tanto, y las cosas divinas y las aspiraciones más elevadas llegan de forma más natural. ¿Cómo es esto? Es sólo ritmo – tu mente, cuerpo y todo tu ser pasan por un cierto ritmo, llamado sabtal en términos sufis. Es un ritmo por el que tu mente, cuerpo y alma llegan a sentir una exaltación, una inclinación hacia las cosas más elevadas. Es como la subida de una ola. Un corazón congelado por el frío, por el egoísmo, se ha vuelto líquido por alguna emoción, afecto, amor, o angustia, pena o desesperación. Se vuelve como un océano cuando se forman las olas. Las olas hacen un ritmo, un ritmo que calma la mente, y que te da alegría y paz y un sentimiento de estar inclinado hacia una verdad más elevada. Esta es la vida del Sanyasi, la vida adaptada a las aspiraciones y al pensamiento superior, a la comunicación con la vida superior.  

Otras veces el trabajo del Sanyasi es silencioso. Está en silencio, pero a veces habla para ayudar a los que acuden a él deseando ser guiados en sus luchas mundanas. Entonces se convierte en su gurú. La mayoría de los gurús pertenecen al rango de los Sanyasi, aquellos que han adoptado una vida de retiro y que, mientras viven esta vida, imparten enseñanzas a los alumnos.  

Continuará…. 

Traducción: Arifa Margarita Rosa Jáuregui 

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