Hazrat Inayat: El Sabio en Oriente pt IV
Continuando con su descripción del “sabio” en Oriente, Hazrat Inayat Khan llega ahora a los senderos budista y sufí. La publicación anterior de la serie se encuentra aquí.
Los sabios budistas:
Luego están los sabios budistas. De nuevo, su vida es diferente. El sabio budista puede comenzar su tipo de vida desde el principio. Puede convertirse en sabio a cualquier edad. Se convierte en un chela, y su sustento le llega dondequiera que vaya. La casa de cualquier budista está abierta para un sabio; nadie le cierra la puerta, por lo que nunca se preocupa por su comida, ya que la obtendrá dondequiera que vaya.
Al sabio budista se le rinde el mismo respeto que al sabio hindú, pues ha renunciado al mundo al igual que el vairagi o el santo. Su vida está dedicada a enseñar a la gente la buena moral y a hacerles la vida feliz. Los budistas hacen grandes celebraciones en todo el país para conmemorar a sus sabios. Nunca los consideran muertos; están muy seguros de que han pasado a una vida nueva y mejor. Y esto ciertamente es verdad.
Los sabios sufis:
Por último, hablemos de los sabios sufíes. Aquí también encontramos dos tipos, el Rind y el Salik. Los llamados faqires pertenecen todos al Rind. Su vida consiste en aprender a prescindir de todas las cosas mundanas. Lo que más teme una persona es estar sin tales cosas, y eso la convierte en hipócrita toda su vida dado el temor a perderse las cosas del mundo, así que esto es lo primero que hay que aprender a desechar. Es por eso que el vino se menciona tan a menudo en la poesía de Rumi, Sadi, Jami, Hafiz y Omar Khayyam. El país en el que vivieron y murieron era musulmán, y el vino era despreciado y aborrecido, por lo que eligieron esta palabra, así como otras palabras aborrecidas por la religión, y las utilizaron en su poesía para expresar la filosofía de la naturaleza humana, soportando al mismo tiempo las consecuencias del desagrado de la gente en general. En estas palabras escondían la acción de Dios y del hombre: vino, jarra, vaso, rosa, etc.
Entre estos Rind se encuentran los llamados derviches danzantes. La idea es que la danza implica movimiento, y el movimiento significa vida; la danza expresa la alegría de vivir. ¿Y qué es la alegría? La alegría es el signo de un alma buena, de un buen corazón. Siempre te das cuenta de que cuando una persona sociable, un alma buena, un hombre de buen corazón, entra en tu vida, trae regocijo a todo. Siempre que habla lo hace de buen humor, y trae consigo la alegría y el placer. Siendo él mismo alegre, hace que los demás sean alegres. No es hipocresía; está viva; es alegre.
Considera otra persona que llega llorando; hará que tú también quieras llorar. Dondequiera que vaya, ella lleva oscuridad; lleva la miseria consigo, y así hace que todos los demás se sientan miserables. Bien, ¿qué significa eso? Significa que en el fondo de su corazón hay algo de decaimiento. No está disfrutando plenamente de la vida. El signo de la vida es tener bondad, belleza y fortaleza en tu disposición, lo que significa que tienes algo de dicha y eres consciente de la belleza, la bondad y la alegría. Teniendo alegría en tu naturaleza y disposición, la entregas a todos los que conoces. Bueno, ese es el estado del derviche. Él se dice a sí mismo: “Si no puedo danzar, ¿qué haré?”. Poseyendo la alegría de la presencia de su Amado, siente la sublimidad de la naturaleza; es consciente de todo el movimiento que ocurre en toda la naturaleza. Le embriaga como el vino.
Además, existe un cierto ritual entre algunos derviches, cuyo origen se remonta a la época de Jelaluddin Rumi, el gran poeta persa. Se cuenta que en una ocasión Rumi, absorto en el pensamiento de que toda la vida es solo belleza, en el pensamiento del movimiento y el ritmo de la vida, comenzó a girar; y mientras daba vueltas y vueltas frente a sus alumnos, la falda de su vestido al girar producía un efecto tan bello que desde entonces ellos lo guardaron en su memoria para siempre. Así que la danza celebra este recuerdo.
La enseñanza de Jesucristo puede ser encontrada entre los derviches; de hecho, no sólo su enseñanza, sino también su vida. Si quieres ver un ejemplo vivo de la vida de Cristo, podrás verlo entre los derviches, pues entre ellos encontrarás algunos que han hecho voto de pobreza y castidad, como en los primeros tiempos. No hay ningún tipo de obligación al respecto; no tienen que seguir esta vida; depende de si desean seguir el mismo tipo de vida que vivió Cristo. En cualquier lugar de la India o de Persia donde viajes, verás esto siempre que te encuentres con un verdadero derviche.
Continuará…
Traducido por Inam Anda