Hazrat Inayat : The Soul, Whence and Whither? pt XXXIII (Spanish version)

Hazrat Inayat: El Alma, De Dónde y Hacia Dónde pt XXXIII 

A través de esta serie de publicaciones, Hazrat Inayat Khan se ha esforzado para ofrecer una imagen del viaje del alma desde su origen Divino a través de diferentes planos de manifestación. La serie concluye aquí, pero en la serie siguiente nos dará una visión del viaje de regreso. La publicación anterior de esta serie está aquí. 

La felicidad del alma está en sí misma; nada puede hacer plenamente feliz al alma sino la autorrealización. Los fenómenos que la inteligencia crea por su poder creador se convierten en la fuente de su propio engaño; así como la araña está atrapada en su propia tela, así el alma es prisionera de todo lo que ha creado. 

Esta imagen la vemos en la vida de los individuos y de las multitudes. El motivo da poder, y al mismo tiempo es el motivo el que limita el poder; porque el poder del alma es mayor que cualquier motivo. Pero es la conciencia del motivo la que estimula el poder y, sin embargo, le priva de él. Los hindúes han llamado a todo el fenómeno de la vida con el nombre de Maya, que significa ilusión, y una vez que se comprende la verdadera naturaleza y carácter de este enigma, el significado de cada palabra del lenguaje se vuelve falso, excepto una: La Verdad, que las palabras no pueden explicar. Por lo tanto, el alma puede ser considerada como una condición de Dios, una condición que hace que el Ser único esté limitado por un tiempo. Y la experiencia adquirida en este tiempo, con sus alegrías y dolores siempre cambiantes, es interesante, y cuanto más plena es la experiencia, más amplia se vuelve la visión de la vida. Lo que uno debe experimentar en la vida es su verdadero ser. 

La vida que todo el mundo conoce es este período momentáneo del cautiverio del alma. Más allá de eso el hombre no conoce nada; por eso, a todo cambio aparente que se produce lo llama muerte o decadencia. Una vez que el alma se ha elevado por encima de esta fase ilusoria de la vida superando todo lo que existe aparte de ella misma, experimenta al final esa felicidad para la que tuvo lugar toda esta creación. El descubrimiento del alma es el descubrimiento de Dios. 

La palabra inteligencia, tal como la conocemos y la pronunciamos en el lenguaje corriente, no da una idea completa; especialmente la palabra inteligencia, tal como la emplea la ciencia moderna, sólo nos transmite algo que es el resultado de la materia o de la energía. Pero para el místico, la inteligencia es el elemento primordial, o la causa y a la vez el efecto. Mientras que la ciencia la reconoce como el efecto, el místico ve en ella la causa. Uno puede preguntarse: “¿Cómo puede la inteligencia crear esta tierra densa que es la materia? Tiene que haber energía detrás”. Pero esta pregunta se debe a que separamos la inteligencia de la energía o de la materia. En realidad, es el espíritu el que es materia y la materia la que es espíritu; la densidad del espíritu es materia y la finura de la materia es espíritu. La inteligencia se hace inteligible convirtiéndose en densidad; siendo esa densidad manifiesta a su propia vista, crea dos objetos: Zat, el yo, y Sifat, lo que es conocido por el yo. Y entonces surge la necesidad de un tercer objeto, el medio por el cual el yo conoce lo que conoce: Nazar, la vista o la mente. Los poetas sufíes han representado estos tres objetos en sus versos como Bagh, Bahar y Bulbul, el jardín, la fuente y el ruiseñor. Y son estos tres aspectos de la vida los que están en la raíz de la idea de la Trinidad. En el momento en que estos tres se convierten en uno, se cumple el propósito de la vida. 

A medida que la materia evoluciona muestra inteligencia, y cuando uno estudia la evolución creciente del mundo material encontrará que en cada paso de la evolución el mundo natural se ha mostrado más inteligente, alcanzando su cumbre en la raza humana. Pero esto no es más que la predisposición de lo que llamamos materia que se manifiesta al final; y todo en la naturaleza, incluso en el mundo vegetal, si pudiéramos verlo, es la semilla cuya raíz es la evidencia, y así la inteligencia, que es el efecto, es también la causa. 

Traducido por Inam Anda 

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