Hazrat Inayat: la lucha de la vida, parte I
Hazrat Inayat Khan empieza su lección sobre la lucha de la vida enseñándonos que es necesario luchar, que no podemos alcanzar la perfección sin ello, y que debemos esperar luchar tanto con enemigos como con amigos.
Nadie puede negar el hecho de que la vida en este mundo es una lucha permanente. Quien no conoce la lucha de la vida es, o bien un alma inmadura, o un alma que se ha elevado por encima de este mundo. El objetivo del ser humano en este mundo es alcanzar la perfección de la humanidad, y por lo tanto es necesario que el hombre atraviese por lo que llamamos la lucha de la vida.
Mientras un niño es ingenuo, es feliz; no sabe nada de la lucha de la vida. El difunto Nizam de Hyderabad, que también era un gran místico, escribió: “¡Qué fue de aquellos días, cuando mis ojos no habían visto el sufrimiento! Mi corazón no deseaba y la vida no tenía miseria”. Esta es la primera etapa. De ahí llegamos a la madurez de la inteligencia, y entonces vemos que nadie es confiable, ni el amigo ni la relación. Nadie puede soportar la prueba cuando llega, todo es falso y nada es verdad; y al comienzo una persona piensa que esto se dirige especialmente en su contra. Un derviche escribió una vez estas líneas en el muro de una mezquita en donde había pasado la noche: “el mundo cree en el ideal de Dios, pero no sabe si Él es amigo o enemigo”.
Las olas del mar suben y bajan; el átomo cree que se elevan y caen por él. Piensa: “las olas me elevan, así que esto me es favorable”, o “me hunden, así que esto es desfavorable”. De igual manera, el hombre piensa que un amigo le es favorable o desfavorable; pero luego se da cuenta de que esta es la naturaleza del mundo. En todos nosotros está el nafs, el ego, y todo ego lucha en contra de otros. Hay una espada en cada mano, tanto en la del amigo como en la del enemigo. El amigo besa antes de dar el golpe; no hay otra diferencia. Y entonces se da cuenta de que nada más puede esperarse del mundo.
El gran poeta indio Tulsidas dijo “cada quien hace y dice en la misma medida en que ha entendido”. ¿Por qué culpar a alguien por lo que no puede entender? Si no tiene más comprensión, ¿de dónde la podría tomar prestada el pobre hombre? Es entonces cuando una persona empieza a descubrir que cualquier cosa que venga debería tomársela con calma. Si viene un insulto, lo toma tranquilamente; si llega una buena palabra, la acepta agradecido; si es una mala palabra la recibe calmadamente. Si esta es una ofensa, solo agradece que no sea un golpe; si es un golpe, agradece que no sea algo peor. Está dispuesto a dar su tiempo y servicios a los demás, tanto a quienes lo merecen y a los que no, pues ve en todos la manifestación de Dios. Ve a Dios en cada forma, en lo más elevado y en lo más bajo, en lo más bello y en lo más despreciable.
Dice el sufi que si Dios estuviera apartado de la naturaleza, él preferiría adorar un dios que pudiera ser visto, que pudiera ser escuchado, que pudiera ser probado, que pudiera sentirse con el corazón y percibirse con el alma. Adoraría el Dios que tiene delante de sí. El sufi ve el Dios que está en todo.
Continuará…
Traducción por Vadan Juan Camilo Betancur G.