Hazrat Inayat: Riqueza. Pt III
Mientras Hazrat Inayat Khan habla sobre la riqueza, inevitablemente también habla sobre cómo se la consigue, y cómo se la usa. La publicación anterior de esta serie se encuentra aquí.
Ahora, en el mundo, se está hablando mucho sobre el comunismo. Si el comunismo es ajeno a un ideal espiritual, solo puede ser un cambio de condición en la superficie. Los principios extremos que el hombre desea introducir en la forma de comunismo pueden tener el efecto de destruir la belleza y cultura individual. Se puede ver más uniformidad en Oriente que en Occidente. Sin duda ha funcionado para el beneficio de Oriente, pero a costa del progreso individual; ninguna persona pensante puede negar esto. Grandes personajes en cualquier país de Oriente y de Occidente han llegado a ser quienes son por su progreso individual, la ley de uniformidad es la que detiene el progreso de un individuo. También detiene el progreso del arte en todas sus formas, en la arquitectura, en la música, en la poesía; pues la mayoría retiene a la minoría del progreso. En las condiciones presentes, el hombre arriba está disfrutando su posición, e intenta a toda costa prevenir que otros se eleven a su pedestal. El hombre que está debajo, por ende, está esperando cada oportunidad para jalarlo hacia abajo.
Un mundo donde existe tal conflicto entre clases no puede prometer armonía, orden y paz; y un cambio definitivo es necesario en la actitud de ambas clases. El conflicto entre la clase alta y la clase media es historia del pasado, difícilmente sigue existiendo. Ahora el conflicto está entre lo que se llama el hombre intelectual y el hombre trabajador. La solución a este problema es que toda comunidad debería proveer adecuadamente para las cinco necesidades principales de cada individuo: alimento, vestimenta, un techo, educación y medicina. Es inaceptable pensar que muchos están muriendo sin comida ni vestimenta. Si la humanidad abriese sus ojos al momento más crítico que ha tenido el mundo, la solución a este problema se convertiría en su primera tarea.
Ahora la pregunta es: ¿cómo se puede arreglar esto? Se podría proveer convenientemente si solo aquellos que tienen un ingreso mayor al que es necesario para vivir cómodamente diesen la mitad de este a la comunidad; y si aquellos que dejan su propiedad a sus hijos dejasen la mitad de esta propiedad para el beneficio de la comunidad. Si, por el contrario, esta cuestión no es considerada, el conflicto presente del hombre promedio terminará en violencia y la destrucción del arte, la moral, la religión, la belleza y la cultura.
Cuando la religión decae, cuando el materialismo reina y cuando el comercialismo invade a todo el mundo, es entonces cuando el hombre no ve el hecho de cómo obtiene su riqueza, y su único objetivo es enriquecerse. Es entonces que toda forma de infelicidad crece en la multitud, y entre individuos. El hombre no solo es niño en su niñez, sino que permanece siendo niño en muchas cosas a lo largo de su vida. Hay cosas que el hombre puede digerir, y hay cosas que el hombre no puede digerir; depende de qué fuente provengan. El profeta llama la riqueza que puede ser digerida halal y la riqueza que no puede ser digerida la llama haram. No es el aspecto particular de la riqueza que sea digerible o no digerible, es la actitud con la cual el hombre la ha adquirido. Hace una gran diferencia si uno la adquiere honestamente o deshonestamente, armónicamente o sin armonía, por la fuerza o por el trabajo.
El dinero ganado correctamente ciertamente debe traer paz, pero dinero ganado al causar dolor a otros, a través de arruinar la vida de otro, a través de la deshonestidad e injusticia, el hombre no lo puede digerir. No es cuestión de tener riqueza, es cuestión de vivir feliz con la riqueza. Ahora el hombre no tiene educación de ese tipo. Trabaja todo el día y busca sus pagos en la noche. Quizás va a la iglesia una vez por semana, pero esta educación todavía debe ser dada. El hombre con riqueza tiene tantas cosas con qué ocupar su vida que difícilmente piensa sobre estas cosas. Y aun así, la vida de una persona rica es quizás más infeliz que la de un trabajador. En la raíz de esta pregunta se esconde una cuestión sicológica, ¿cómo uno ganó su riqueza?
Ahora, con respecto al uso de la riqueza, hay una puerta al corazón del hombre; esta está abierta o cerrada. Cuando sostiene una cosa y dice “esto es mío”, cierra la puerta de su corazón, pero cuando comparte sus bienes con otros y dice “esto es tuyo y también mío”, esto abre su corazón. Debemos aprender la consideración por otros, no importa si son ricos o pobres. Puede que solo tengamos una rebanada de pan, pero cuando hay alguien sentado a nuestro lado compartimos la rebanada con esa persona. Cuando hacemos esto, incluso si nuestro apetito corporal sigue insatisfecho, nuestro corazón se llena de alegría al pensar que compartimos nuestra felicidad con otro. Es este espíritu que es necesario justo ahora para cambiar la condición del mundo, no disputas políticas o comerciales. Debemos despertar a la verdad principal, que la felicidad y paz de cada uno solo puede ser la felicidad y paz de todos.
Traducción por Yaqín Anda