Hazrat Inayat: Riqueza pt IV
En esta publicación, Hazrat Inayat Khan concluye su enseñanza sobre la riqueza, explicando las cuatro formas diferentes en las que se puede utilizar el dinero. La publicación anterior de la serie está aquí.
“Quien ganó y usó lo que obtuvo, ha ganado. Quien ganó, acumuló lo que obtuvo y partió, ha perdido”, dice Sadi. De esto aprendemos que no sólo es importante ganar dinero, sino que es más importante saber utilizarlo. Hay muchos en este mundo que poseen riquezas y, sin embargo, son infelices; no pueden beneficiarse de ellas, ni pueden beneficiar a nadie más. El que gana dinero y lo guarda en la caja fuerte no es el poseedor de ese dinero; es el guardián de su tesoro.
Hay cuatro maneras diferentes de gastar dinero: derrochando, con usura, usándolo y ahorrando. Nadie puede juzgar a otro hombre por su forma de usar el dinero, pero cada uno puede juzgarse a sí mismo por el método que emplea al usar el dinero que posee. No es necesario que un hombre sea rico para mostrar estas tendencias; incluso un hombre pobre puede ser derrochador.
El derroche tiene tres formas. Una es la causada por la ignorancia: un hombre sencillo que no conoce el valor del dinero gasta sus perlas como guijarros. Otra forma de derroche es cuando un hombre que está a cargo del dinero de otra persona lo gasta sin ningún reparo; piensa que de todas formas no es de su propiedad. La tercera forma de derroche ocurre cuando un hombre no tiene control sobre su voluntad y se siente atraído por cualquier cosa que apele a su debilidad; entonces gasta más de lo que debería. Pero el que es dueño de su voluntad, que es amante de la belleza y generoso de corazón, aunque gastara hasta el último centavo por su ideal no puede ser llamado derrochador, porque es el dueño. El que no es capaz de gastar lo que posee es el siervo de su riqueza; no conoce la vida.
Cuando una persona exige más de lo que valen las cosas que posee, cuando quiere obtener más utilidad de la que realmente está justificada, cuando se aleja de la equidad en sus negocios, eso es usura. Aunque por el momento pueda parecer un beneficio, tarde o temprano acabará siendo una pérdida. Esto se debe a que el egoísmo y la injusticia son plagas, y es probable que se propaguen. Así, un hombre que obtiene una utilidad excesiva de una persona, entrará en contacto con otro más inteligente que él, que tratará de obtener un beneficio aún mayor de él. Esto no es sólo una teoría; es la condición normal hoy en día. El estado actual del comercio y de los negocios funciona más o menos en detrimento de todas las naciones.
La forma normal de utilizar el dinero es comprender las obligaciones de la vida y las necesidades, y preservar una proporción correcta entre el ingreso y el gasto del dinero. Hay que tener siempre presente una cosa, y es el pensamiento de que uno no está solo; el mundo está a su lado. Por supuesto, no todos están en condiciones de ayudar al mundo, pero pensar en ello, aunque sea por unos momentos cada día puede despertar el espíritu de beneficencia, que generalmente está dormido en el corazón del hombre.
Sin duda, la caridad empieza por casa. Nuestro primer deber es considerar a los que dependen de nosotros. El que no tiene consideración con los que dependen de él, aunque quizás sea generoso con los demás, ciertamente carece de una gran virtud en la vida. Indudablemente, como se enseña en la Biblia, debemos considerar al prójimo. Prójimo significa amigo, pariente, compatriota; y mientras uno no se detenga en esto, sino que extienda su consideración aún más y alcance a la humanidad, entonces no hay duda de que progresa en la vida, en cualquier condición que se encuentre.
El ahorro es ciertamente una consideración, pero tiene un límite. En algunos casos el ahorro es sabio, pero en otros casos es avaricia. Es un hecho que las grandes donaciones que se hacen a las obras de caridad en el mundo provienen en su mayoría de aquellos que fueron lo suficientemente sabios como para ahorrar. Depende de si uno ahorra con una buena intención, o sólo por una tendencia a ahorrar. Esta tendencia proviene de la consideración del mañana. Desde el punto de vista práctico, esta consideración es necesaria, y la filosofía de Omar Khayyam, de olvidarse del mañana, sólo significa renunciar a la preocupación y ansiedad extra por el mañana, tal como también aprendemos de las enseñanzas de Cristo, donde menciona los lirios del campo. Esta enseñanza no debe hacer que un hombre se despreocupe, especialmente de las condiciones de la vida actual, sino que lo alivia al no tener nada que rescatar de la preocupación y la ansiedad por el mañana.
Traducido por Inam Anda