Horizontal y Vertical
En el texto recientemente publicado sobre la necesidad del mundo hoy, Hazrat Inayat Khan nos dice que, para elevarse de una religión, una que es distinta de otras religiones, a la sabiduría universal de la religión, la fuente de toda guía, debemos elevarnos por encima de las distinciones y diferencias que dividen a la humanidad. Hablando de manera general, esto es tremendamente inspirador, tal vez por un momento podamos saborear la pequeña fantasía de un enorme círculo de personas juntas, agarradas de las manos o con los brazos alrededor de los hombros, sonriendo, relajadas y felices. “¿Por qué no hicimos esto antes?” nos preguntamos. El sol brilla, los niños ríen y de alguna parte, suena música. Es una bella imagen, y de ninguna manera cursi, pero si examinamos más en detalle, podríamos notar que todos en nuestro grupo imaginario de gente abrazada tienen una fuerte semejanza con nosotros, al menos en el plano emocional. Y el mismo gusto musical, también…
Si tomamos en serio la sugerencia de Hazrat Inayat Khan, “elevarse por encima de las distinciones y diferencias”, y tratamos de vivirla todos los días, rápidamente descubrimos que es un arduo trabajo. No es tan difícil elevarse por encima de las diferencias cuando se trata de personas como nosotros, con deseos o sentimientos similares, gente con quienes sentimos alguna simpatía. Pero la vida es una maestra implacable, e inevitablemente estaremos siendo confrontados por gente cuyas diferencias nos desafían profundamente. De hecho, muchos de nosotros ya tenemos un catálogo de gente “difícil” que es simplemente muy “diferente”; nos parece más fácil evitarlas que buscar una manera de armonizar con ellas.
Para hacer de este ideal una realidad hay dos maneras de proceder. Una, que podemos pensar como la aproximación “horizontal”, es confrontar cada diferencia, cada distinción tal como viene, y luchar contra nosotros mismos para encontrar algún punto de correspondencia, de convergencia o de unidad con el otro punto de vista. Para el buscador del camino esta es una muy buena disciplina, porque requiere que nos observemos cuidadosamente, y que actuemos cuando nos descubrimos a nosotros sintiéndonos superiores a otros. Persistencia y paciencia son esenciales. Con este trabajo se desarrolla nuestro carácter. Es como martillar hierro en el yunque, pero como el hierro, si mantenemos el calor dentro de nosotros – simbolizando nuestro amor al ideal de belleza – respondemos más fácilmente.
La segunda forma de proceder, que puede resultar de la anterior, puede pensarse como la aproximación “vertical”, y consiste en reconocer que las distinciones y diferencias no están en la otra persona, sino en nuestra propia conciencia; somos nosotros quienes hacemos la separación, y entonces elevarse por encima de las diferencias significa muy literalmente elevarnos por encima de nosotros. Cuando este entendimiento empieza a florecer, ofrece un horizonte infinito de expansión porque dejamos las pequeñas murallas del “mi” y “mi casa” y “mi jardín” abajo en la distancia. “¿Que no soy?” dijo el derviche*. Entonces, también, empezamos a escuchar la “voz que constantemente viene de nuestro interior”, susurrando, cantando, rugiendo no solo desde dentro de nuestro corazón sino en nuestro oído y nuestra vista y en todas partes, porque las fronteras han sido abandonadas.
Y ésta, por cierto, es la respuesta a la pregunta recientemente publicada sobre intuición. “Intuición” significa el arribo a la consciencia de un pensamiento para el cual no existe explicación obvia. Mientras más nos elevamos por encima de nosotros mismos, el Espíritu Divino más nos habla y habla a través nuestro. Y así, mientras ascendemos en nuestra liberación del pequeño yo, la Voz es capaz de comunicar con niveles más y más profundos, dando lugar a la inspiración y aún más, cuando ya no quedan rastros del “yo”, a la revelación.
*Hazrat Inayat Khan contó la historia de un derviche que fue arrestado tarde en la noche por un policía. Cuando el policía, en forma simple, preguntó al derviche, “¿Es usted un ladrón?” el derviche respondió, “Si”. Complacido de haber atrapado un ladrón así de fácil, el policía condujo al derviche a la cárcel. En la mañana, el oficial superior del policía, reconoció algo de la calidad espiritual del prisionero, se disculpó con él, y le preguntó ¿por qué le había dicho al policía que era un ladrón? El derviche respondió, “¿Qué no soy?”
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel
Gracias querido Murshid por tu respuesta.
Querido Nawab: Gracias por estas inspiradoras lecciones que nos compartes. Me quiero referir a mi experiencia cuando leí este texto en que Hazrat nos invita a “elevarse de una religión a la sabiduría universal de la religión, la fuente de toda guía, elevarnos sobre diferencias y distinciones que dividen a la humanidad” y como en conclusión tu acertadamente nos adviertes lo duro que es “elevarnos” cuando somos confrontados con seres “cuyas diferencias nos desafían profundamente” y nos abres el camino sugiriéndonos dos maneras de proceder; “una horizontal y otra vertical”.
Al leer esto enseguida vino a mi mente la imagen del zikar externo y los movimientos que realizamos al ejecutarlo; la manera “horizontal” seria el primer movimiento “este no es mi cuerpo” es una auto-negación, lucho conmigo, no soy superior, reconozco el punto de vista del otro y el segundo movimiento “vertical” es un llamado a la unidad sobre la separación, la voz que constantemente viene de nuestro interior abandonando fronteras, elevándonos por encima de nosotros, fundiendonos en el Uno “este es el Templo de Dios”.
Un cariñoso abrazo