Almas Iluminadas

Hacia el Uno,

la perfección del Amor, Armonía y Belleza, el Único Ser,

unidos a todas las almas iluminadas que forman el cuerpo del Maestro,

el Espíritu de Guía.

Tradicionalmente, la invocación dada por Hazrat Inayat Khan es repetida al principio de ciertos eventos sufíes, en la ceremonia del Culto Universal, así como en las reuniones de la Escuela Interior. Las palabras son apropiadas para comenzar porque describen un viaje y la forma en que esperamos viajar: nuestro destino es Unidad, Perfección, el Real, el Uno y Único Ser, y como en una caravana que cruza el desierto, viajamos en esa dirección junto con otros viajeros, las almas iluminadas que unidas, conforman la manifestación física del siempre presente Espíritu de Guía.

En verdad, todos los seres viajan en ese recorrido hacia el Uno, pero no todos avanzan conscientemente. Por lo tanto, la Invocación nos alienta, afirmando que por nuestra sintonía vamos en buena compañía, con compañeros que conocen el camino. Pero ¿qué entendemos por el término, ‘almas iluminadas’?

Hay muchos conceptos alrededor de la iluminación, la mayoría de ellos basados ​​en la especulación en vez de en la experiencia. Las personas suponen que “iluminación” debe significar algo más allá de lo humano, una persona con alas de ángel y un halo visible, dotada de omnisciencia y extraordinarios poderes, muy alejada de la vida cotidiana. Y por supuesto, si este es el concepto que la gente tiene, duda en consecuencia que puedan siquiera existir ‘almas iluminadas’; quizá tales ejemplos celestiales son tan sólo una historia que nos contamos a nosotros mismos mientras tropezamos, a tientas en la oscuridad, o tal vez ellas existieron alguna vez en otra época, o en algún lugar exótico y lejano, quizás en un valle secreto en los Himalayas, pero sin duda no en mi propia vecindad. Hazrat Inayat comentó que la gente no podía imaginar que un alma iluminada tomara un tren, caminara por la calle o comiera en un restaurante.

En un sentido, la expresión ‘alma iluminada’ es una repetición, una tautología, como decir ‘buena bondad’ o ‘tranquila tranquilidad’. El alma, se nos dice, (y algunos lo han descubierto por sí mismos) es la luz misma, Luz Divina actuando dentro de una cubierta temporal. Y si el alma es luz, entonces, ¿qué significa decir que es posible iluminarla?

Pero mientras que la chispa de la Luz Divina está realmente presente en todos los seres (porque, ¿cómo podría estar ausente?), la pregunta es, ¿somos conscientes de esa luz? Muchos están tan atrapados en el interminable juego del mundo de las formas, mirando hacia afuera en lugar de hacia adentro, que el verdadero milagro de su propia naturaleza se les escapa. Un ‘alma iluminada’ es la que ha reconocido su propia realidad, que ha tomado conciencia de la conciencia incondicionada por nombre o forma.

Y si uno llega a la realización de que cada uno y todos somos los rayos de la luz divina, entonces, ¿confiere esa conciencia cambios milagrosos? Sí, si el prisionero liberado de la prisión llama al regreso a la libertad un milagro. Cuando el alma se da cuenta de su propia luz no significa que se cambien las reglas del mundo físico; todavía habrá dolor de muelas y cartas no deseadas de la oficina de impuestos, pero sí significa que el alma ya no se siente definida por los dolores inevitables y las frustraciones de la vida.

Este no es un reconocimiento que se pueda simular. Uno no puede decir: ‘He leído la última página del libro, sé que tengo la Luz Divina en alguna parte, así que ahora estoy iluminado’. Para reconocer esa realidad, los harapos del “yo” tienen que ser desechados, y la forma más directa de liberarnos es a través de la devoción a lo Divino. Algunos recorren ese largo camino en un instante, y otros viajan paso a paso, pero es el mismo viaje para todos. Ha habido innumerables almas iluminadas, conocidas y desconocidas para el mundo – de diferentes orígenes, tradiciones y naciones, pero lo único que todas han tenido en común es esto: un deseo sincero, desde el fondo del corazón, que todas las almas puedan llegar al mismo reconocimiento. Por lo tanto, las recordamos en la Invocación.

Otra lección implícita en la Invocación es que la iluminación no significa el final del viaje; las almas iluminadas también están viajando, y es una formidable bendición que podamos viajar con ellas.